El acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, firmado este 6 de diciembre en Montevideo, es un momento decisivo para la economía y las relaciones internacionales. Este tratado, que ha necesitado 25 años de negociaciones, promete consolidar una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo, abarcando más de 700 millones de personas y cerca del 25 % del PIB global.
Un acuerdo muy trabajado
Las negociaciones entre la UE y Mercosur comenzaron formalmente en 1999, marcadas por profundas diferencias en políticas comerciales y agrícolas. Las prioridades contrastantes entre ambas regiones, junto con las tensiones sobre estándares regulatorios y sostenibilidad, dificultaron los avances.
Fue en 2019 cuando se logró un acuerdo preliminar, aunque su ratificación se detuvo debido a preocupaciones ambientales, especialmente relacionadas con la deforestación de la Amazonía durante el mandato de Jair Bolsonaro en Brasil. Con la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia en 2023, el proceso recibió un nuevo impulso. Por su parte, la elección de Javier Milei en Argentina como líder favorable al libre comercio también ha facilitado el camino hacia este histórico pacto.
Impacto económico y potencial comercial
El tratado establece una zona de libre comercio que promete beneficios económicos significativos para ambas regiones:
- Reducción de barreras arancelarias: La eliminación gradual de aranceles permitirá a las empresas europeas ahorrar aproximadamente 4.000 millones de euros al año, facilitando la exportación de productos clave como maquinaria, productos farmacéuticos y automóviles hacia América del Sur.
- Acceso preferencial: Mercosur podrá ampliar su participación en el mercado europeo, particularmente con productos agrícolas como carne de res, soja y otros alimentos procesados.
- Nuevas oportunidades de inversión: Se espera un aumento en proyectos relacionados con infraestructura, tecnologías verdes y manufactura, así como una mayor colaboración en energías renovables.
En términos comerciales, el intercambio entre ambas regiones supera los 109.500 millones de euros anuales, y este acuerdo tiene el potencial de fortalecer estas cifras al diversificar los flujos comerciales.
Aunque el acuerdo promete grandes beneficios, no está exento de críticas y desafíos:
- Impacto ambiental: Francia y otros países europeos han expresado preocupación por la falta de compromisos claros para frenar la deforestación en la región amazónica. La sostenibilidad se ha convertido en un punto central para garantizar la aceptación del tratado.
- Competencia agrícola: Los agricultores europeos temen verse perjudicados por la entrada de productos agrícolas sudamericanos a menor costo, lo que podría presionar los precios locales.
- Ratificación compleja: Para entrar en vigor, el acuerdo debe ser aprobado por los 27 países miembros de la UE y los estados del Mercosur, un proceso que podría enfrentar retrasos debido a las diferencias políticas y económicas internas.
Solo Francia ha sido tajante en su rechazo categórico al nuevo acuerdo pese a las disposiciones adicionales negociadas, aunque Polonia, Irlanda, Países Bajos o Austria también han mostrado reservas si no se buscan medidas de acompañamiento para compensar el impacto en sectores propios estratégicos.
Sin embargo, de la última reunión de ministros de Comercio de la UE celebrada la semana pasada, distintas fuentes europeas consultadas por Europa Press señalan que con la calculadora en la mano Francia no suma aún los apoyos suficientes para contar con una minoría de bloqueo, aunque sí podría lograrlo si convence a Italia, aún dubitativa.