El Silicon Valley Bank y el Signature Bank quebraron con enorme rapidez, tan rápidamente que podrían ser casos de libro sobre las crisis bancarias clásicas, en las que demasiados depositantes retiran sus fondos al mismo tiempo. Las quiebras de SVB y Signature han sido dos de las tres mayores en la historia de la banca estadounidense, tras el colapso de Washington Mutual, en 2008.
¿Cómo ha podido ocurrir esto cuando el sector bancario ha estado acumulando niveles récord de reservas, es decir, la cantidad de efectivo que se mantiene por encima de lo que exigen los reguladores?
Aunque el tipo de riesgo más común al que se enfrenta un banco comercial es un aumento de los impagos de préstamos -conocido como riesgo de crédito-, eso no es lo que está ocurriendo aquí. Como economista experto en banca, creo que todo se reduce a otros dos grandes riesgos a los que se enfrenta todo prestamista: el riesgo de tipos de interés y el riesgo de liquidez.
Riesgo de tipo de interés
Un banco se enfrenta al riesgo de tipos de interés cuando los tipos suben muy rápidamente en un periodo muy corto.
Eso es exactamente lo que ha ocurrido en Estados Unidos desde marzo de 2022. La Reserva Federal ha estado subiendo los tipos de forma agresiva –4,5 puntos porcentuales hasta ahora– en un intento de controlar la creciente inflación. Como consecuencia, la rentabilidad de la deuda ha subido en la misma proporción.
El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a un año alcanzó su máximo de los últimos 17 años (5,25 %) en marzo de 2023, desde menos del 0,5 % a principios de 2022. Y los rendimientos de los bonos del Tesoro a 30 años han subido casi 2 puntos porcentuales.
Cuando sube el rendimiento de un valor baja su precio. Por eso, una subida tan rápida de los tipos en tan poco tiempo ha hecho que el valor de mercado de la deuda emitida anteriormente –ya fueran bonos corporativos o letras del Tesoro– se desplomara, especialmente en el caso de la deuda a más largo plazo.
Por ejemplo, un aumento de 2 puntos porcentuales en el rendimiento de un bono a 30 años puede hacer que su valor de mercado se desplome alrededor de un 32 %.
SVB, como se conoce al Silicon Valley Bank, tenía una parte mayoritaria de sus activos –el 55 %– invertidos en valores de renta fija, como bonos del Estado estadounidense.
Por supuesto, el riesgo de que los tipos de interés provoquen una caída del valor de mercado de un título no es un gran problema siempre que el propietario pueda conservarlo hasta su vencimiento, momento en el que puede cobrar su valor nominal original sin materializar ninguna pérdida. La pérdida no hecha efectiva permanece oculta en el balance del banco y desaparece con el tiempo.
Pero si el propietario tiene que vender el título antes de su vencimiento, en un momento en que el valor de mercado es inferior al valor nominal, la pérdida no materializada se convierte en una pérdida real.
Eso es exactamente lo que pasó con el SVB a principios de este año cuando sus clientes, haciendo frente a sus propios déficits de tesorería, empezaron a retirar sus depósitos mientras se esperaban tipos de interés aún más altos.
Esto nos lleva al riesgo de liquidez.
Riesgo de liquidez
El riesgo de liquidez es el riesgo de que un banco no pueda hacer frente a sus obligaciones al vencimiento sin incurrir en pérdidas.
Por ejemplo, si alguien gasta 150 000 dólares de sus ahorros para comprar una casa y más adelante necesita parte o la totalidad de ese dinero para hacer frente a otra emergencia, está experimentando una consecuencia del riesgo de liquidez. Una gran parte de su dinero está ahora inmovilizado en la casa, que no es fácilmente canjeable por efectivo.
Los clientes de SVB retiraron sus depósitos por encima de lo que el banco podía pagar utilizando sus reservas de efectivo, por lo que, para ayudar a hacer frente a sus obligaciones, el banco decidió vender 21 000 millones de dólares de su cartera de valores con una pérdida de 1 800 millones de dólares. El agotamiento del capital propio le llevó a intentar recaudar más de 2 000 millones de dólares en capital nuevo.
La petición de fondos propios conmocionó a los clientes de SVB, que perdieron la confianza en el banco y se apresuraron a retirar efectivo. Una crisis bancaria de este tipo puede provocar la quiebra incluso de un banco sano en cuestión de días, especialmente ahora, en la era digital.
Esto se debe, en parte, a que muchos de los clientes de SVB tenían depósitos muy por encima de los 250 000 dólares asegurados por la Federal Deposit Insurance Corp. y, por tanto, sabían que su dinero podría no estar seguro si el banco quebraba. Aproximadamente el 88 % de los depósitos del SVB no estaban asegurados.
Por otra parte, Signature se enfrentaba a un problema similar, ya que la quiebra de SVB llevó a muchos de sus clientes, preocupados por el riesgo de liquidez, a retirar su dinero. Alrededor del 90 % de sus depósitos no estaban asegurados.
¿Riesgo sistémico?
Todos los bancos se enfrentan hoy al riesgo de los tipos de interés en algunas de sus tenencias debido a la campaña de subida de tipos de la Reserva Federal.
Esto ha dado lugar a 620 000 millones de dólares en pérdidas no materializadas en los balances bancarios de diciembre de 2022. Pero es poco probable que la mayoría de esos bancos tengan un riesgo de liquidez significativo.
Aunque SVB y Signature cumplían los requisitos reglamentarios, la composición de sus activos no se ajustaba a la media del sector.
Signature tenía algo más del 5 % de sus activos en efectivo y SVB el 7 %, frente a la media de 13 % del sector. Además, el SVB tenía el 55 % de sus activos en valores de renta fija mientras que la media del sector es del 24 %.
La decisión del Gobierno de EE.UU. de respaldar todos los depósitos de SVB y Signature, independientemente de su tamaño, debería hacer menos probable que otros bancos, con menos efectivo y más valores en sus libros, se enfrenten a un déficit de liquidez debido a retiradas masivas provocadas por un pánico repentino.
Sin embargo, con más de 1 billón de dólares de depósitos bancarios actualmente sin asegurar, creo que la crisis bancaria está lejos de haber terminado.
Vidhura S. Tennekoon, Assistant Professor of Economics, Indiana University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.