La evolución de la acción, ha dicho hoy, en ningún momento le quitaba el sueño porque sabía que "tendía a cero", ya que el Banco Popular era incapaz de dar una buena noticia.
No sólo tuvo que modificar sus cuentas del ejercicio 2016, algo que se hizo evitando una reformulación, que incluía algún ajuste que en su opinión era "una trampa, ilegal e irregular".
Y todo ello llegó a principios de 2017, en un momento que Saracho consideró "la tormenta perfecta" porque el banco ya había consumido todo el capital captado en su última ampliación y había probabilidades de que hubiera incumplido el ratio de liquidez.
De constatarse ese último extremo el Banco Popular ya no podría abonar ciertos intereses a los inversores, lo que habría sido una situación grave, en sus palabras, "categoría 1 de terremoto".
Por eso y por el propio desconocimiento de la entidad de las necesidades que tenía de provisiones, Saracho llegó a la conclusión de que el banco "era un desastre", los ajustes contables eran una prueba de que la entidad "engañaba" y, para más inri, se anuncia que el consejero delegado se va.
Así que la acción bajó con fuerza y comienza el deterioro de la liquidez, pues en un día salen 1.000 millones, todo antes de una junta de accionistas que se celebró en abril y en la que Saracho admitió de que era necesaria una ampliación de capital.
En ese momento la entidad tiene dos caminos: uno pasa por ampliar capital y Saracho piensa que el banco necesita 5.500 millones, y el otro pasa por vender al mejor postor por lo que se abren los libros a cinco competidores.
La cifra de capital era "descomunal" y no la podía conseguir el propio Popular, pero el 18 de mayo de 2017 Saracho pensaba que la venta del Popular a un competidor era "inminente" y asegura que el Banco Santander era el que más podía pagar y no muy lejos BBVA, que era "el que tenía interés de siempre".
Mientras tanto, ha explicado, trabajaba para desprenderse de TotalBank, la filial en Estados Unidos, por 540 millones dólares, y WiZink, por 1.200 millones, con la idea de rebajar el capital que tenía que captar Popular de 5.500 millones a unos 4.000 millones.
No se llegó a la ampliación de capital, a pesar de que el accionista mexicano estaba dispuesto a poner 1.000 millones, pero tampoco se vendió el banco, lamentó.