Las ventanas se abrían de par en par hacia la parte más umbría del Guadalquivir y en el interior del restaurante Elías Bendodo daba buena cuenta de una ración de ensaladilla con otros dos comensales.
Bendodo, estratégico y soleado cerebro de los nuevos tiempos del PP andaluz y pocas veces umbrío, tuvo entonces uno de esos destellos que confirman por qué al frente de la sala de máquinas de un partido político siempre hay un tipo que sabe conducirse con prudencia pero que al tiempo tiene arrestos para manejar con solvencia la nave en medio de la tempestad: “El acierto de Juanma y de nuestro gobierno ha sido sencillo: moderación, demostrarle a los andaluces que en el PP no nos comemos a los niños por la calle, que es el miedo que los socialistas habían venido sembrando en todos estos años”.
Pocos lo saben, pero Bendodo que también es cocinillas de fin de semana en el que prepara platillos a la familia mientras escucha los boletines de radio y se relaja en los fogones con la vaporosa brisa que le llega desde el mar de Málaga, había dado en el clavo cuando inquiría sobre los ingredientes de su próximo reto culinario, el atún de Barbate al palo cortado -aceite de oliva de Córdoba o Jaén, ajo, cebolla, un poco de pimiento rojo, carrilleras o lomo de atún de Cádiz… y mucho palo cortado-, igual de sencillo y de discreto que su precisa receta para el cambio andaluz.
Juanma Moreno pide el voto a los socialistas
Estos días hemos oído muchas veces al presidente Moreno pedir el voto para su partido a los socialistas andaluces desencantados o abstencionistas, y hasta le hemos escuchado atreverse a poner rigurosos deberes a su candidata número uno por Sevilla, a la que pide nada menos que hacer historia en unas elecciones y que por primera vez logre situar a los populares andaluces como la fuerza más votada en el último gran bastión socialista de la comunidad, la provincia de Sevilla. Envalentonado por las encuestas y por su natural optimismo, Juanma Moreno pide ración doble de pimiento rojo en esta campaña y trata de ser disruptivo -que se dice mucho ahora- sin dejar de ser fiel a su recién aprendida receta de atún, la que exactamente le ha traído a gobernar Andalucía por primera vez.
La cosa ha cambiado tanto que si en las últimas elecciones de 2018 había ganas de cambio con cierto temor, ahora no hay miedo de ninguna clase, según apreciación del propio Juanma Moreno en una entrevista reciente, que ve en el CIS y en los trackings internos de su partido el momento oportuno para dar el sorpasso definitivo al socialismo andaluz.
"La cosa ha cambiado tanto que si en las últimas elecciones de 2018 había ganas de cambio con cierto temor, ahora no hay miedo de ninguna clase".
Por eso cuando el presidente Sánchez se coloca en Granada en su primer mitin de campaña ante un cartel electoral que concisamente declara “Si votamos, ganamos”, uno tiene serias dudas sobre a quién se refiere y a quién interpela y, sobre todo, sobre cuáles son las ganas que sus propios correligionarios pueden seguir teniendo para acudir en masa a las urnas a repetir un plato tantas veces recalentado.
Que Juanma Moreno pida el voto a los socialistas y que Pedro Sánchez pida a los suyos acudir masivamente a votar es toda una novedad electoral que podría terminar en un oxímoron de la política que diera pie a nuevas y extraordinarias interpretaciones sociológicas sobre el objeto de esta campaña. Ambos saben que se perdió el temor a votar al PP y que también se acabó el miedo del PP a gobernar.
Por eso el cartel de Pedro Sánchez en Granada tiene una cierta “textura” a impotencia y desesperación, por seguir con el símil gastronómico. Porque mientras a pasos agigantados está cambiando la proporción de pimiento rojo y de palo cortado, en el PSOE se siguen preguntando quiénes somos los nuestros en la cocina.