Se lo arrojó Macarena Olona a Juanma Moreno minutos antes de que el debate transcurriera por la dialéctica carnal de la masturbación en los colegios y del lamento victimista de Juan Espadas preguntando si tenía que disfrazarse de vaca para que el presidente le escuchara: "Señor Moreno- le espetó Olona- no le voy a tener en cuenta algunas cositas que está diciendo de mí últimamente … pero no olvide que es presidente gracias a nosotros… Ahora bien, si tan solo necesita un escaño o una abstención de VOX para ser presidente, no lo va a ser si no estamos dentro del gobierno". Subrayó la palabra "dentro", echó el cerrojo y tiró las llaves ante del público, en el sentido figurado de la expresión, pero con la seguridad de quien espera llegar a un acuerdo cumpliendo su promesa. "Ustedes tienen la oportunidad de darle ahora una patada en el trasero a Pedro Sánchez", lo que seguidamente remachó con la genuina advertencia de "y conste que tengo tan poquitas ganas de gobernar con Juanma como él de hacerlo conmigo".
Esa fue Olona, una de las dos caras que también encierra el otro personaje de Macarena y que en ambos casos se mostró anoche en la televisión. Porque reconozco que en estos dos debates he tenido la sensación al escucharla de estar viendo al Gollum en El Señor de los anillos haciéndose preguntas a sí mismo frente a un fuego y dándose en voz alta las respuestas que conoce de antemano. "¿Es verdad, Olona, que nunca pactarás con Juanma" "Sí, Macarena, prometo serte fiel y no faltar a mi palabra… Eso, o ser vicepresidenta de su gobierno"... y en sus gestos, en sus expresiones y en sus giros, Olona tiene ese aire bipolar de quien dice una cosa pero le gustaría hacer la otra o de quien aún no ha pensado el resto de la frase que le queda por pronunciar.
Juanma Moreno la escuchaba con atención, algo estupefacto y con un cierto punto de pánico, sin querer dar crédito a lo que oía o imaginando quizá cómo podría ser tener que gobernar con un espíritu tan libre que algún día incluso pudiera darle plantón en el Consejo de Gobierno en desacuerdo con un texto que ella misma acabara de aprobar. La podría imaginar dando el visto bueno en una de las consejerías de VOX y rectificándolo después tras vérselo un par de veces.
Esa fue Olona, como digo, la dura y correosa política que mantiene en un sinvivir al presidente de la Junta que deshoja sus pactos, pero poco antes de dar paso al otro personaje, el de la dulce y menos impetuosa Macarena, la niña de Salobreña, que en otro momento del debate llegó a pedir música al realizador (a ser posible, Barry White) para ofrecerle a Moreno ser su vicepresidente. Juan Espadas asistía tan atónito a la escena como los demás y solo acertó a subrayar ante los andaluces que acaban de presenciar “una auténtica declaración de amor” entre los dos partidos de la derecha. Lo cierto es que no hubo para tanto porque el novio, que hasta la besó al terminar rozando la medianoche, salió pitando del estudio y pidiendo con urgencia un mitin lo más lejos posible de la candidata de VOX.
Pero, en realidad, esa fue la gran clave de este segundo debate, la de una Olona anunciando que nunca pactará con el PP si no forma parte del gobierno y precisando que ni siquiera contarán con su abstención para una legislatura tranquila. Y Juanma, el nuevo Macron andaluz, que para entonces ya no entraba en sus casillas: "no entiendo señora Olona, por coherencia política, no la entiendo, que usted quiera ser vicepresidenta de un gobierno en el que no cree y formar parte de una institución autonómica a la que quiere destruir".
El presidente insistía una y otra vez en no tener dependencias de nadie -ni siquiera de su partido en Madrid- y ser el único de los contertulios allí convocados a los que nadie le tiene que decir lo que debe hacer o decidir. Aclaró que solo la noche del 19 se pondrá personalmente a "interpretar el sentido y la pluralidad del voto de los andaluces" y que luego razonará su decisión, aunque sería "un delirio" participar en un gobierno con VOX.
Llegado el caso, ese día y esa noche será precisamente en la que Juanma hable con Macarena para negociar un pacto de gobierno, pero es seguro que a la mañana siguiente tendrá que sentarse a firmarlo con Olona.Y con lo fácil que era hasta ahora negociarlo todo con el bueno de Juan Marín mientras freía sus torrijas.