Un periódico titulaba hoy en Sevilla “Andaluces Levantados denuncia a Macarena Olona por lo penal por su empadronamiento”. Con ser un título poco afortunado por la reiteración de la preposición “por” en una sola frase -valga también esta redundancia-, lo peor es la garrafal confusión del participio “levantados” con el “levantaos” imperativo. Sin quererlo, el redactor ha confundido gravemente en la conjugación verbal los fervientes deseos de emancipación andalucista (levantaos) con el hedonismo conformista tantas veces arrojado como tópico contra las gentes del sur (levantados). No sé si habrá sido el corrector o los algoritmos -esos “marditos roedores” de la ortodoxia periodística- pero lo cierto es que muy probablemente solo los muy cafeteros se habrán dado cuenta del error o los muy despiertos, lo que podría interpretarse como un intento deliberado por reducir la masa de posibles votantes a los que ya han abandonado la siesta.
Y pocos se dan cuenta también de esa nueva moda que en la política consiste en prescindir abiertamente de la marca del partido o la coalición y acudir únicamente a la imagen y las virtudes personales del propio candidato. Es como si todos tuvieran algo que esconder por su pasado y anunciaran en instantáneas posadas lo bueno que está por venir con esta nueva generación que sale en los retratos. En el caso de “Andaluces Levantaos” parecen no tenerlo del todo claro, si lo importante es una cosa o la otra, y junto a la foto en blanco y negro de su cabeza de cartel reproducen también, en verde, la marca del partido. La verdad es que ni siquiera ellos transmiten demasiado optimismo, puesto que dan la impresión de tener poca fe en el proyecto usando como reclamo una pregunta que se abre al ensueño, “¿Te imaginas?. Créetelo”. Pero, sinceramente, hasta es de entender porque su propio candidato, vaya por Dios, se llama Modesto.
Juanma Moreno ha elegido para su cartel una foto suya sonriente. Junto al coloquial “Juanma”, como insiste en que le llamen, ha colocado el lema de “Andalucía Avanza” (que es el de la red de transportes de Málaga) y solo abajo, a la izquierda, en pequeñito, como en un cuarto de invitados que se arregla para la ocasión, ha colocado las siglas del partido. No es el único caso. Aunque Juanma se considere a sí mismo el hombre de moda -cómo se atrevió a anunciar en el pasado debate del lunes- otros también han seguido sus pasos prescindiendo literalmente de la marca a la que sirven.
El más claro ejemplo es el de la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, que por prescindir hasta lo ha hecho del nombre de su formación en la papeleta de voto que se encontrarán los andaluces el día 19 y directamente ha colocado su foto, la de Teresa, no vaya a ser que alguien pudiera confundirla con aquellos impostores que en su día la expulsaron de la izquierda oficial. Y así mismo es como además reza su eslogan: “Andalucía en defensa propia”. Sin ninguna coma. Como un puñal.
Juan Marín (“Andalucía, el cambio que funciona”) es un tipo sobrio, elegante pero sin recargas de vestuario, que, sin llegar a modelo de anuncio de primavera, desprende esa pose de moda casual del que está a punto de asistir a una cena con la suegra. A su lado saca también la marca de su partido, o así lo parece, pero eso pueden ser también imposiciones de la imprenta.
Macarena Olona será la menos andaluza de todos, pero es, sin duda, la que más castizamente se retrata en el cartel de VOX. Y cualquiera la diría pintada por Julio Romero de Torres inmediatamente después de inmortalizar a “La chiquita piconera” moviendo con la badila las ascuas del brasero. A Olona, que pregona un “Cambio real” y que ha sido la única a la que la Junta Electoral le ha permitido usar símbolos nacionales en un cartel (aparece sobre un fondo de banderas españolas y una cinta transversal con los colores nacionales), le podrá faltar andalucismo en su campaña, pero nadie le podrá discutir el apego más patrio.
Inma Nieto (“Por Andalucía”, sin más) titula su cartel electoral como exactamente se llama su partido, que si Teresa no quiere que las confundan a las dos, ella quiere que reconozcan más el escaparate. La imagino en la foto de su primera comunión y daría todos los votos que saque su candidatura a que ambas imágenes se parecen bastante, si es que no es la misma retocada después con el Photoshop.
Y de Juan Espadas, el candidato del PSOE, la cosa es mucho más difícil de interpretar. Primero, empezaron con una “Andalucía merece más”, lo que quizá daba a entender que algunos pudieran considerar que ya iba bien servida; luego siguió con “Por la Andalucía que quieres” y, ahora, directamente se ha tirado al monte pidiendo el voto a todo adulto con derecho a voto, no vaya a ser que la liemos el domingo por quedarnos en casa viendo las tres películas seguidas de Antena 3. “Si votamos, ganamos”, pregona ahora a los cuatro vientos como el que suspira si yo fuera rico o por las ruedas que pudiera haber tenido la abuela…
En fin. Que visto lo visto, mal día fue aquel en el que Mercadona empezó a vendernos las marcas blancas y dejamos de saber cuál era exactamente nuestro paquete favorito de galletas.