Las ocho diferencias entre 2020 y 2016 que pueden ser claves para las elecciones en EEUU
Por mucho que quieran ocultarlo, los republicanos de Washington, asesores electorales y el propio Trump saben que 2020 no es 2016. Hay ocho diferencias que pueden ser determinantes en el desenlace de las elecciones presidenciales.
Donald Trump vive en el pasado y no solo porque su lema de America First esté anclado en los tiempos en los que esta nación era la única superpotencia militar y económica y en los que los blancos eran la raza dominante. El presidente cree que el 2020 es el 2016 y que en los pocos días que quedan para el 3 de noviembre, por detrás en las encuestas, sin dinero, dado por muerto tantas veces y necesitado de un milagro será capaz de dar la sorpresa una vez más y mantener su título de 45 presidente de Estados Unidos.
Su campaña electoral argumenta que el entusiasmo que generan sus mítines con miles de asistentes, la cobertura que crean en los medios de información locales allí donde va, su mensaje (falso) de que la covid 19 está en decadencia y que el país está a punto de vencerla y su garantía de que la recuperación económica post pandemia será la mejor de la historia le permitirán llegar al próximo fin de semana casi empatado en las encuestas. Y entonces con 11 mítines finales en las 48 horas anteriores al día D será capaz de ganar otra vez no a la crooked (perversa) Hillary Clinton sino a Sleepy (dormión) Joe Biden.
“Hola Lansing, hola Michigan, este fue el lugar de una gran victoria. Lo recuerdan: ¨hace cuatro años Donald Trump ha ganado en Michigan”. ¡Oh fue algo maravilloso que nadie había logrado hace muchas décadas! No se si han visto los últimos sondeos, pero vamos por encima por tres puntos y vamos a tener una gran ola roja”, se presentó ayer ante sus votantes del estado del automóvil donde ganó por 10. 704 votos de diferencia en el año 2016. El equivalente a dos votos por cada colegio electoral, como suele recordar Michelle Obama.
Esos 10.704 votos de Michigan, o los 44.292 en Pennsylvania y los 22.748 de Wisconsin fueron los famosos 74.744. El número final de votos en estos tres estados por delante de la señora Clinton que le garantizaron alcanzar los 270 votos electorales para obtener la presidencia y que persiguen todavía a los demócratas que sufren del desorden de estrés post traumático, el PTSD, del quieren escapar en una semana.
Pero por mucho que quieran ocultarlo, los republicanos en Washington, sus asesores electorales y el propio Trump, aunque nunca lo admita, saben que el 2020 no es el 2016.
Las diferencias entre 2016 y 2020
Estas ocho diferencias pueden ayudar a comprender el porqué.
1- Sin cobertura 24 horas de la CNN
El presidente no tiene a su favor la cobertura 24 horas al día de la cadena de televisión CNN que convirtió su candidatura en must see tv y que ofrecía en directo sus mítines una y otra vez porque eso garantizaba grandes audiencias que él aprovechó para hacerse muy popular entre sus correligionarios y le presentó ante los votantes independientes que no le conocían. Trump era un espectáculo por las barbaridades que decía y eso le regaló millones y millones de dólares en publicidad gratuita que este año han desaparecido. Hoy, seguir en directo un mitin del republicano es muy complicado sino se tiene acceso a la cadena Fox News. Y cuando al presidente se le oye y se le ve en la cobertura de las principales cadenas nacionales de televisión sus sound bites no suelen durar más de 10 segundos y en muchas ocasiones son para denunciar sus mentiras, exageraciones e insultos. O para escuchar sus lamentos.
2- Movilización de votantes demócratas
El aspirante republicano, por mucho que quiera retratarse como el candidato de las afueras, lleva cuatro años en el 1600 de Pennsylvania Avenue y su comportamiento en el Despacho Oval es bien conocido y ha movilizado a los votantes demócratas.
3- Pérdida de apoyos en electores de 2016
El presidente ganó gracias a que formó una coalición de hombres sin titulo universitario, sus mujeres y muchas de los suburbios y de personas mayores de 65 años que hoy se ha esfumado. Mantiene a los hombres, solo por unos puntos de diferencia, que se pusieron a trabajar después de la high school pero ha perdido a los jubilados que le consideran un mocoso al que habría que dar un azote y a las mujeres de los suburbios, y ha movilizado en su contra a los votantes más jóvenes de la Generación Z. Su única esperanza es que los hispanos y los varones negros se vuelvan a quedar en casa como hicieron en grandes números en los últimos comicios presidenciales.
4- La unión en los demócratas
Biden y el odio a Trump han unido a los demócratas que tanto sospechaban de la ex secretario de Estado Clinton. En el año 2016, los encuestadores no supieron anticipar que las elecciones presidenciales iban a ser un referéndum sobre la señora Clinton y se equivocaron al no detectar que los hombres blancos no tenían gana alguna de que una mujer dirigiera la nación desde la Casa Blanca. Hoy no hay duda de que estas elecciones son un referéndum sobre Trump y hay millones de norteamericanos que ya no quieren jugársela de nuevo por el empresario inmobiliario que ha demostrado lo que es capaz de hacer en el cargo más poderoso del mundo.
5- El voto marginal, mínimo
De los 136 millones de votos de las elecciones anteriores unos ocho millones fueron a parar a aspirantes que no fueron ni Trump ni Clinton. Este año, sin embargo, el voto marginal hacia los candidatos de partidos alternativos se anticipa sea mínimo y sin otras opciones más electores votarán por los cabezas de lista de los dos grandes partidos.
6- Cifras de participación ciudadana
Las grandes cifras de participación ciudadana hasta ahora por correo y en persona anticipan que antes del próximo martes habrán votado cerca de 100 millones de personas. Lo que supone que el nivel de participación puede llegar al 65 por 100 del electorado, un porcentaje que no se recuerda en unas presidenciales desde 1908.
7- La gestión del coronavirus
Por supuesto que el ancla que hunde al presidente es la covid 19 que sigue haciendo estragos por todo el país, con más de 40.000 personas hospitalizadas y con la amenaza de que antes de terminar este año pueda haber más de 300.000 fallecidos. ¨Se imaginan lo que hubiera sucedido si el presidente hubiera recomendado el uso de mascarillas, cumplido con las normas de distanciamiento social y se hubiera creado un sistema nacional de test médicos y de seguimiento y asilamiento de los positivos. En cambio, Trump ha levantado la bandera blanca, se ha rendido y ha abandonado a su suerte a los norteamericanos”, denunció ayer el ex vicepresidente en Atlanta.
8- Lugares elegidos para los últimos discursos
El argumento de que la victoria está al alcance de la mano como hace cuatro años es, posiblemente, un whisful thinking, una ilusión vana, de un presidente y de una campaña que saben que están perdiendo y que lo demuestran por los sitios que están visitando y gastando el poco dinero que les queda. Si Trump estuviera tan seguro de ir por delante en los sondeos viajaría a estados donde puede robar electores a Biden para garantizar su mayoría y no defendiendo los lugares donde ganó como Michigan, donde estuvo ayer, o Wisconsin, Florida y Pennsylvania donde va por detrás de los sondeos.
Cuatro años en la vida y mucho más en la política son una eternidad. Y dentro de seis días habrá que ver si Trump es capaz de sacar de nuevo el conejo de la chistera y ganar cuando todo estaba en su contra. Si lo hace habrá que cambiarle de nombre y no denominarle Mr. President sino llamarle Donald the magician.