Trump y Biden deberán tener paciencia para saber si ocuparán o no la Casa Blanca
Donald Trump y Joe Biden deberán tener paciencia para saber los resultados de estados como Florida y saber finalmente quién será el presidente de los Estados Unidos.
- Elecciones EEUU: Votaciones, encuestas, resultados y última hora de Trump y Biden
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene dos definiciones de la palabra paciencia que son perfectas para esta víspera de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
- Paciencia: la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse y la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.
Porque habrá que tener mucha paciencia y armarse de ella para esperar a los resultados, declarar un ganador en Florida o en Wisconsin y Pennsylvania, conocer la reacción de los dos aspirantes y de sus seguidores y para analizar que han decidido los norteamericanos y las norteamericanas en las urnas este 3 de noviembre. Y el saber esperar cuando algo se desea mucho será especialmente importante para los demócratas y los republicanos.
El recuento de los millones de votos recibidos por correo y de las papeletas que han rellenado en los colegios electorales los habitantes de estos estados en persona en Florida y Carolina del Norte comenzó hace ya días y los directores de los servicios electorales de estos lugares tienen ya una idea muy clara de quien lleva ventaja en sus pueblos y ciudades, en los suburbios y zonas de gran concentración de cubanos, puertorriqueños, familias blancas y negras con hijos que viven en los suburbios y jubilados que disfrutan de sus campos de golf y de sus playas.
Y cuando poco después de la 1:30 de la madrugada hora española comiencen a conocerse los primeros resultados de algunas zonas de Florida y Carolina del Norte se comenzará a saber si Donald Trump ha movilizado a sus votantes blancos, si los afroamericanos han escuchado a los pastores de sus iglesias para que se presenten a votar por Joe Biden y si los latinos en ambos estados están interesados en que su voz sea escuchada en Washington.
Es muy posible que las primeras cifras que aparezcan de Florida sean muy favorables para el cabeza de lista demócrata porque ya han votado 8,7 millones de electores anticipadamente y estas papeletas ya han sido contadas y serán las primeras en ser publicadas. Como el presidente ha advertido a sus partidarios que no se fíen del voto por correo se espera que muchos de ellos, en especial en el condado de Miami-Dade, acudan a votar a lo largo del día y, por tanto, sus votos serán los últimos en sumarse.
Los demócratas –que la pasada semana daban por perdido este estado- se sienten hoy mejor porque gracias a los pastores afroamericanos docenas de miles de personas de raza negra votaron ayer nada más terminar sus servicios religiosos. Es una campaña denominada souls to the polls, almas a los colegios, que se organiza el domingo anterior al día de las elecciones presidenciales. Si Biden moviliza a los hombres negros, incluidos miles de ex convictos que pueden votar este año por vez primera, a las personas de los suburbios, lidera entre los jubilados y se lleva el 40% del voto blanco no importará que los cubanos se vuelquen con el presidente.
Como ha declarado Biden si gana en Florida is over, se acabó, porque Trump no puede quedarse en la Casa Blanca sin Florida. El aspirante republicano, por supuesto, tiene una opinión muy diferente y sigue confiando en el mismo grupo de votantes que le dieron el triunfo hace cuatro años contra Hillary Clinton. Por lo que habrá que prestar mucha atención a los habitantes del condado de Pasco, al norte de la ciudad de Tampa, donde en el 2016 ganó a su contrincante demócrata por un margen de 58,9% frente al 37,4%.
Si el presidente consigue frente a Biden unos márgenes similares, alrededor de un 20% a su favor, será una gran noticia para su campaña y no solo en Florida sino también, es posible, que en la zona de los Grandes Lagos de Michigan y Wisconsin de donde proceden muchos de los jubilados que se han ido, buscando el sol, al condado de Pasco.
Del violeta al azul en Carolina del Norte
A diferencia de Carolina del Sur, controlada desde hace años por los republicanos, Carolina del Norte ya no es roja sino violeta. Aunque el estado es mayoritariamente blanco con un 69% de sus habitantes, hay cada vez más parejas blancas y negras que viven en los suburbios de Charlotte, Durham, Winston Salem y Raleigh y que han convertido el estado en un centro bancario y tecnológico de los primeros del país. Y los jóvenes estudiantes de sus universidades, a diferencia de lo que ocurrió en el 2016, este año parecen decididos a votar.
En Carolina del Norte han votado ya 4,5 millones de electores, la misma cifra que lo hizo hace cuatro años, y la campaña electoral de Biden tiene cada vez más confianza de poder cambiar el color del mapa electoral del violeta al azul y que el vicepresidente se lleve los 15 votos electorales del estado.
El recuento en Wisconsin, Michigan y especialmente en Pennsylvania, los otros estados decisivos si uno de los dos candidatos no gana por un landslide, un resultado que no deja lugar a dudas, va a ser muy lento y frustrante. En estos estados no se comenzarán a contar los millones de votos recibidos hasta mañana por la mañana coincidiendo con la apertura de los colegios electorales. Y en Pennsylvania y en algunos condados de Wisconsin se podrán admitir votos que, con el sello de mañana, lleguen a las oficinas electorales cuando las urnas lleven cerradas varios días.
En Pennsylvania, donde ambos candidatos estarán hoy, Biden lleva ventaja en las últimas encuestas por un margen de entre 9 a cuatro puntos y el candidato y su campaña creen que ganarán si los afroamericanos de Filadelfia, los estudiantes jóvenes de sus universidades y los habitantes de los suburbios de Pittsburgh acuden a votar a favor de Joe, el hijo predilecto del estado.
Trump está hoy supersticioso en Michigan, donde terminará a altas horas de la noche en Grand Rapids, el mismo lugar donde acabó la campaña presidencial del 2016, y donde marcha por detrás de los sondeos por entre doce a siete puntos de diferencia. Y en Wisconsin su déficit es aún mayor porque su contrincante demócrata le aventaja por una diferencia entre 13 a 8 puntos.
En los tres estados, Biden lleva a su rival una diferencia más amplia que la tenía Hillary Clinton en la víspera de los comicios electorales del 2016, aunque esa ventaja inicial de la ex secretaria de Estado no le sirvió de mucho porque terminó perdiendo por 0,2 puntos en Michigan, 10.744 votos, 0,7 puntos en Pennsylvania, 44.292 papeletas, y un 0,8 por 100 en Wisconsin, un total de 22.748 votos.
Si Trump y Biden necesitan los votos de Wisconsin, Michigan y Pennsylvania para llegar a la cifra de los 270 miembros del colegio electoral la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse será muy necesaria. Especialmente si Trump cumple su amenaza, que ha confiado a sus asesores más cercanos, de que si mañana va por delante en estos lugares en el voto presencial piensa declararse el ganador de las elecciones a lo largo de la noche sin admitir el recuento de las papeletas enviadas por correo.
Un escenario muy peligroso porque sus seguidores creerán a su líder y no escucharán pacíficamente las advertencias de las cadenas de televisión y de las autoridades electorales de que esa declaración es invalida. Sobre todo si después del recuento completo su candidato resulta que ha perdido. Y los demócratas, a diferencia de lo que ocurrió hace cuatro años cuando soportaron la derrota acudiendo al sicólogo o amenazando con irse a Canadá, aunque no lo hicieron, puede que no acepten pacíficamente que sin que todos los votos se hayan contado que Trump ya haya decidido de forma ilegal que se queda en la Casa Blanca otros cuatro años.
Y por ello las dos definiciones de paciencia: la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse y la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho serán más necesarias que nunca