Joe Biden, el tartamudo que derrotó al presidente más charlatán
El nuevo presidente, marcado por la tragedia personal y los años con Obama, recupera los estados clave que Hillary perdió en 2016. Desde el principio de la campaña, supo que debía centrarse en recuperar el cinturón industrial perdido por Hillary en 2016 y reconstruir el "Muro Azul" tradicionalmente demócrata. Católico e Irlandés, como Kennedy, los desafíos de su mandato lo acercan más a Roosevelt como modelo. Sanar un país dividido y la lucha contra la Covid19 serán sus primeras tareas
Joe Biden, tuvo que luchar contra la tartamudez desde edad temprana. Un asunto por el que sufrió burlas de niño y en el que sigue muy implicado hoy día, ofreciendo apoyo e incluso su número privado a quien llega hasta él con ese problema. No deja de tener un punto de ironía que al charlatán más incontinente del planeta lo derrotara alguien que tuvo dificultades para hablar en público. Para no encasquillarse con las palabras emplea un método muy parecido al del "Discurso del Rey", marcando frases sobre el papel y seleccionando palabras. A pesar de ser un problema superado, los rastros del mismo todavía asoman en sus alocuciones cuando aprieta el cansancio.
Si Donald Trump fuera un término matemático, sería el máximo común divisor. Por eso Joe Biden no paró de repetir que “estamos juntos en esto” en los últimos días de campaña. En unos EEUU más polarizados que nunca, la victoria de un moderado, de alguien capaz de colaborar y construir puentes con sus adversarios, con 36 años en el Senado y 8 de vicepresidente con Obama, puede ser ese mínimo común múltiplo capaz de sanar las heridas que muestra una sociedad con dos percepciones de la realidad completamente diferentes. En las rabietas finales de Trump, Biden mostró que la empatía no está reñida con la firmeza, respondiendo inmediatamente a quien quería declararse ganador de las elecciones sin contar los votos.
A la Casa Blanca, reconquistando los estados del cinturón industrial
“Slow” Joe, el apelativo malicioso que le puso Trump, ha sabido encontrar el camino a la Casa Blanca. Y lo hizo reconquistando paso a paso los estados del cinturón industrial que Hillary perdió en 2016. Biden, hijo de un vendedor de coches y con conciencia obrera, centró sus esfuerzos en Michigan, Wisconsin y Pensilvania. La táctica dio resultado. No solo invirtió más dinero y realizó más actos de campaña, sino que contó con la ayuda de Obama (se llaman hermanos entre ellos) que disfrutó soltando latigazos verbales a Trump y no falló en movilizar a la población afroamericana, y al final fue Georgia, con su amplio porcentaje de población negra, la que inclinó la balanza definitivamente a su favor.
El último gran evento de su campaña, en Warm Springs, aquel lugar donde Roosevelt construyó su pequeña “Casa Blanca”, a la que iba a recuperarse de los embates de la polio pudo ser indicativo del tono de su presidencia. Si bien el modelo de Joe Biden, católico e irlandés y segundo presidente con esta religión, fue siempre Kennedy, todo indica una vuelta a Roosevelt y el New Deal, tal vez a un Green New Deal. En aquel mitin, Biden recordó como Roosevelt, con graves secuelas de la polio, sacó a EEUU de la Gran Depresión, se llevó de Warm Springs algo más que las aguas ferruginosas. Biden contó que FDR aprendió entre los pacientes y discapacitados del balneario la “humildad, empatía, coraje y optimismo” que luego transmitió al país para salir de la Gran Depresión.
Vida marcada por la tragedia
Biden conoce de cerca lo que es la pérdida y el sufrimiento. Recién nombrado senador por Delaware, con apenas 30 años, su mujer e hijos sufrieron un devastador accidente de tráfico. Neilia Hunter, primera mujer de Biden, y Amy, su única hija, fallecieron. Los otros dos hijos, Beau y Hunter, sobrevivieron.
Aquella tragedia afectó tanto a Biden que tuvieron que convencerlo para que no renunciara a su cargo de senador. Eso sí, decidió en esos momentos que estaría ahí para sus hijos. Cada día durante 36 años pasaba hora y media en el tren, yendo y volviendo de Wilmington a Washington, para pasar tiempo con sus hijos. La tragedia le golpearía de nuevo en 2015, cuando su hijo mayor Beau, murió de un agresivo cáncer cerebral. Un glioblastoma al que los doctores llamaban “el monstruo”. Hunter, su único hijo vivo, no ha dejado de ser un quebradero de cabeza para Biden, que se ha mantenido a su lado pese a las drogodependencias con las que ha batallado.
Dos derrotas en las primarias de los demócratas
Biden se presentó a las primarias otras dos veces, en 1988 y 2008, sin éxito. En 2020, su plataforma tardó mucho en despegar, quedando siempre por detrás de Sanders, socialista, hasta que arrancó una victoria en Carolina del Sur y los 12 estados del supermartes lo propulsaron a la nominación. El partido demócrata lo escogió viendo en él a un candidato de consenso en un partido que se ha escorado a la izquierda. Apostaron por el perfil moderado de quien fue 36 años senador por Delaware para derrotar a Trump. Y funcionó.