No habrá cumplido un año al frente del partido y Pablo Casado se habrá tenido que enfrentar a tres procesos electorales. A cuatro, si contamos el que le llevó a presidir el Partido Popular después de vencer en el congreso extraordinario del mes de julio pasado, tras las primeras primarias en la historia del PP. Salvó el primer “match ball” al que se enfrentó Andalucía, donde se volcó en apoyo del candidato y hoy presidente Juan Manuel Moreno. Ahora afronta su segundo examen, donde el que se la juega es él y su partido, en el momento más complicado en la historia del PP.
Casado tiene que hacer frente a un nuevo escenario político: la división, en tres, del centro derecha. Su éxito en estas elecciones del 28-A pasa por conseguir el reagrupamiento del elector de ese espectro político; que su llamada al voto unido, se niega a denominarlo como voto útil, permita hacer posible la reedición del pacto andaluz y desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa.