Con un mes de enero prácticamente inhábil a efectos parlamentarios, el inicio de curso político no ha supuesto ningún incremento en la actividad legislativa que la Constitución Española le otorga. En este mes de febrero han tenido lugar tres plenos -en la segunda, tercera y cuarta semana- pero en ninguno de ellos se ha votado ningún proyecto de ley ni se ha producido ningún trámite que tenga que ver con esta práctica. Tan sólo se ha debatido y votado un decreto ley, el ómnibus adelgazado que contenía la revalorización de las pensiones, y lo ha hecho en segunda ronda, ya que fue desestimado en un pleno extraordinario en el mes precedente.
La situación ha sido tan poco frecuente que las semanas de pleno, que se desarrollan durante tres días, se han desarrollado exclusivamente los martes y los miércoles. Los jueves son los días dedicados a la actividad legislativa que promueve el Gobierno y en este mes el hemiciclo ha permanecido vacío.
Tal es así que la ratificación de convenios internacionales que habitualmente se debaten, no todos, y votan también los jueves, se han trasladado al día anterior. Incluso en el decreto ley antes citado éste se trasladó a la jornada del miércoles para evitar que muchos de los diputados que residen fuera de Madrid se tuvieran que quedar un día más en la capital.
Mientras tanto, el palacio del Congreso y sus instalaciones han ido incrementando en los últimos tiempos su uso como sede de actos que en muchos casos no tienen que ver directamente con la institución. Las presentaciones de libros y diferentes jornadas convocadas por distintos sectores profesionales son cada vez más habituales en la Cámara Baja.