El trágico desbordamiento del barranco del Poyo ha generado dudas sobre la gestión de alertas y la coordinación entre la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) y la Generalitat con un cruce de acusaciones entre ambas. A medida que se revelan detalles, emerge una cronología que plantea incógnitas sobre los tiempos de respuesta, la comunicación y la coordinación en la activación de alertas para la población afectada. Además, tal y como revela el diario El Mundo, los datos han desaparecido de la web de la Confederación Hidrográfica del Júcar.
La comunicación inicial y normalización
La primera alerta formal se produjo en la mañana del martes, cuando la CHJ envió un correo electrónico notificando una crecida significativa en el barranco del Poyo con un caudal de 264 metros cúbicos por segundo (m3/s). Esta cifra alertó a las autoridades, ya que superaba con creces los umbrales normales, lo cual presagiaba un posible riesgo de inundación.
Sin embargo, tras esta advertencia inicial, la CHJ envió tres notificaciones adicionales que apuntaban a una normalización del caudal, que fue disminuyendo hasta situarse en 28,7 m3/s a las 14:13 horas. Esta aparente reducción en el flujo creó una falsa sensación de seguridad, ya que las cifras no indicaban una emergencia inminente. De hecho, los ayuntamientos no recibieron nuevas alertas, en línea con la disminución reportada por la CHJ.
La ruptura en la comunicación
A partir de las 14:13 horas, se produce un preocupante silencio en la comunicación de la CHJ sobre la evolución del caudal en el barranco del Poyo. Este vacío informativo se extendió hasta las 18:43 horas, cuando la CHJ finalmente notifica que el caudal en el Poyo había aumentado dramáticamente a 1.686 m3/s, una cifra que indica una situación ya crítica. Esta falta de comunicación resulta inexplicable y plantea una grave incógnita: ¿Por qué no se emitieron avisos entre las 14:13 y las 18:43 horas, cuando el caudal del barranco del Poyo había comenzado a incrementarse de nuevo?
La CHJ alega haber dado una "notificación verbal", según El Mundo, a las 17:00 horas, justo cuando detectó el aumento en el caudal. Sin embargo, no existe registro oficial que confirme esta notificación. Si realmente se comunicó verbalmente, esto debió ocurrir en la reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI), aunque ninguna fuente ha confirmado que esta alerta verbal fuera tomada en cuenta.
La atención en los ríos Magro y Júcar
Mientras la situación en el Poyo empeoraba, la Generalitat y la CHJ concentraron su atención en las crecidas de los ríos Magro y Júcar. A las 17:30, se activaron alertas para estos cauces y se transmitieron avisos a los municipios ribereños correspondientes. No obstante, los municipios afectados por el barranco del Poyo no recibieron ningún tipo de alerta específica. Este desvío de atención hacia otros ríos plantea dudas sobre las decisiones tomadas en cuanto a la distribución de recursos y los focos de vigilancia.
Al momento de informar a la Generalitat, a las 18.43, de la dramática subida en el caudal del barranco del Poyo, la situación ya era prácticamente irremediable. No obstante, la Generalitat se demoró otra hora y media en activar una alerta masiva que llegara a la población en riesgo, la cual llegó a las 20:10. Sin una explicación clara sobre este retraso, persiste la pregunta de si se podría haber salvado a más personas con una reacción más rápida y coordinada.
Desaparición de los datos
Este desastre ha puesto de manifiesto fallos en la gestión y la falta de transparencia en la toma de decisiones. La CHJ permite seguir la evolución de los caudales en tiempo real a través de su página web, lo cual fue aprovechado por varios expertos de la Universidad de Valencia que alertaron en redes sociales sobre la inminente crecida del barranco del Poyo.
Además, los datos históricos del caudal, disponibles inicialmente en la web de la CHJ, ya no están accesibles, lo que levanta sospechas sobre la preservación de pruebas clave.
Para esclarecer los hechos, varios sectores piden una comisión independiente que analice a fondo toda la documentación y las grabaciones de la reunión del CECOPI. La finalidad no es culpar a unos u otros, sino identificar los puntos críticos donde fallaron los protocolos y mejorar la coordinación en futuras emergencias.