El pasado 9 de diciembre el expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, anunció que su partido había pedido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se sometiera a una cuestión de confianza.
"Sánchez ha demostrado que no es de fiar", advirtió desde una rueda de prensa en Bruselas. "Ha llegado el momento de un punto de inflexión o de dejarlo correr para no hacer perder el tiempo ni la paciencia a nadie".
Así de contundente se mostró el líder de Junts al hacer pública lo que se podría definir como una nueva exigencia para apoyar los Presupuestos Generales del Estado.
Puigdemont ha señalado además la "falta de voluntad política" por parte de Sánchez "de hacer efectivos, de forma completa y ágil, los acuerdos adquiridos" y que "esta dinámica no ha posibilitado generar la base de confianza que se pretendía y que es necesaria para encauzar el resto de la legislatura".
El expresidente no dudó en recordar que los avances en la efectividad del acuerdo son "escasos" y al mismo tiempo ha apuntado a la "descoordinación" entre lo que se trata en la mesa de diálogo entre ambos en Suiza y lo que después se hace realidad.
Nuevas exigencias
El objetivo de la rueda de prensa que ofreció ayer Puigdemont no era otro que dejar clara su posición y lo que este necesita para seguir apoyando a Sánchez. "¿Cómo podemos negociar los presupuestos con unos incumplidores? No se han ganado esta confianza", señalaba entonces.
"Si queréis que demos apoyo a vuestros presupuestos, traednos la liquidación del presupuesto anterior. Si habéis cumplido, nos sentamos a negociar, que no quiere decir que haya acuerdo, pero nos sentaremos a negociar. Y qué ha pasado, que la liquidación de 2023 es catastrófica para Cataluña, y la de 2022 también", añadía.
Por todas estas razones Puigdemont ha presentado la cuestión de confianza. Un mecanismo que depende únicamente del Gobierno y es el Ejecutivo quien decide si la acepta o la rechaza. Y como era de esperar, Sánchez ha negado acogerse a ella.