Vidal Abarca puso en marcha la AVT junto con Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O'Shea en 1981, tan solo un año después de que ETA asesinara al comandante de Caballería Jesús María Velasco en un atentado en Vitoria.
Dos de sus cuatro hijas fueron testigos del atentado, por lo que decidió trasladarse meses después a Madrid, donde fundó la asociación con el fin de aunar a las víctimas para, de una forma colectiva, reivindicar derechos y reclamar justicia, prestar la ayuda necesaria, moral o material, y colaborar en todas las actividades que redunden en beneficio de las víctimas.
En 1989 fue nombrada presidenta de la organización. Una de las principales luchas de la asociación ha sido la atención institucional a las víctimas, lograda con la aprobación de la de Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo, en septiembre de 1999.
Un mes más tarde y después de diez años como presidenta de la AVT, cedió su cargo por razones personales y fue sustituida por Sonsoles Alvarez de Toledo.
Para la AVT, Vidal-Abarca consiguió durante su mandato, además del reconocimiento moral de la sociedad hacia las víctimas del terrorismo, 450 millones de pesetas (2.704.554 euros) de ayudas directas, la personación de la Asociación en 390 causas de terrorismo y que haya casi 500 personas con asistencia psicológica y más de mil becas de ayuda al estudio.