Así se pondrá fin a una de las medidas que adoptó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para tratar de poner fin a la primera crisis de las vallas que sufrió Melilla en 2005, junto con la elevación de la altura del perímetro de 3 a 6 metros, que supuso la instalación de un entramado de cables de acero en la zona intermedia del perímetro fronterizo.
Grande-Marlaska se ha referido a la sirga tridimensional como "algo típico de la valla perimetral de Melilla", y su eliminación está entre las modificaciones que el Ministerio del Interior quiere acometer este mismo año en el perímetro para conseguir una frontera más segura, "pero también más humana".
"No son conceptos absolutamente antagónicos sino que deben estar íntimamente unidos", ha defendido el ministro en su primera visita a Melilla, en la que ha insistido en que "las fronteras, para ser seguras, no tienen que utilizar medios cruentos y menos en el siglo XXI, que es el siglo de las tecnologías y del avance".
En este sentido, ha avanzado que la valla se modernizará con una modificación del circuito cerrado de televisión actual para que tenga una mejor comunicación con el centro de control y mando y desde éste "se pueda tener una observación perfecta" de lo que ocurre en el perímetro mediante cámaras de grabación y cámaras térmicas con avisadores de presencia física.
Para ello, es necesario realizar una obra de la fibra óptica que permita la transmisión de las imágenes, ha apuntado el ministro tras defender estos métodos para dar seguridad a la Guardia Civil y la Policía Nacional "para un control efectivo" de las fronteras.
"Esto es máxima seguridad y dar los medios adecuados a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para que puedan desarrollar su trabajo", ha subrayado Grande-Marlaska para dejar claro que "se quitan unos elementos que son cruentos porque estamos en el siglo XXI y el principio de humanidad es importante, pero somos más seguros en ese sentido".
Grande-Marlaska ha asegurado que con estas medidas se evitarán las entradas irregulares, ya que el Gobierno apuesta por una inmigración "legal, ordenada y segura" y "nunca la ilegal y menos la violenta", como ha sucedido en las vallas, donde se han producido agresiones a agentes, algo que el Gobierno no admite.