El joven D.R., que ahora tiene 27 años, ha declarado en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia de Granada contra el padre Román, para el que la Fiscalía solicita nueve años de cárcel por un delito de abuso sexual con acceso carnal.
Ha detallado que conoció al denominado clan de los Romanones cuando se preparaba para hacer la primera comunión y ha reiterado que fue víctima de abusos sexuales y violaciones de las que ha responsabilizado al acusado y a parte de los investigados inicialmente.
Ha recordado que los abusos comenzaron en el 2004, cuando tenía 14 años, y ha asegurado que el acusado y otros tres miembros del grupo abusaron sexualmente de él, "y los demás eran conocedores".
Pese al relato de los abusos, ha reconocido que volvía a la casa parroquial en la que se producían "solo, porque no tengo capacidad de decisión y hago lo que me dicen" y ha descrito haber pasado "pánico" y "vergüenza" y haber estado "completamente manipulado" por el procesado, al que veía como líder, padre y su único referente. "Ya no puedo ir a misa porque me parte en dos, porque no puedo escuchar a un cura hablar del amor fraterno que me llevó a que me violaran y abusaran de mí", ha resumido.
El joven ha comparado su incapacidad de afrontar los hechos durante años con el sentimiento de las mujeres que sufren violencia machista y ha negado que la denuncia responda a un ánimo de enriquecerse, a fines laborales o a una venganza contra el procesado. Durante el interrogatorio por las partes representadas en la causa, el joven se ha derrumbado en varios momentos y ha continuado su narración llorando, lo que ha motivado su salida momentánea de la sala en la que ha insultado a parte de los inicialmente investigados que estaban en la sala.