Al Gobierno de Pedro Sánchez le sigue saliendo grietas en la relación con sus socios. La reforma fiscal, pieza clave de la estrategia económica del Ejecutivo, pende de un hilo, y Podemos ha dejado claro que su apoyo no está garantizado si no se asegura el impuesto permanente a las energéticas.
Un caos en la Comisión de Hacienda
El ambiente de tensión se hizo evidente durante la caótica sesión de la Comisión de Hacienda celebrada el martes. Las discrepancias entre los socialistas y sus socios, tanto de izquierda como nacionalistas, volvieron a evidenciar lo difícil que es llegar a un consenso en un Parlamento tan fragmentado. A menos de 48 horas de la votación definitiva, el Gobierno no logra comprometer apoyos suficientes para sacar adelante el paquete fiscal.
En ese fin, se ve en la encrucijada de tener que convencer a aliados ideológicamente opuestos. En esta compleja ecuación, los intereses contradictorios han hecho saltar chispas: mientras unos exigen mayores impuestos a las grandes fortunas y a sectores estratégicos como la banca y las energéticas, otros ponen el acento en medidas más moderadas para no ahuyentar inversiones.
Podemos busca marcar territorio
Podemos, en una posición debilitada frente a Sumar, parece decidido a demostrar su capacidad de influencia sobre el PSOE. La formación morada sabe que su supervivencia política depende de su capacidad de imponer condiciones en asuntos clave, como el impuesto a las energéticas, una medida que consideran central para garantizar la justicia fiscal.
“Si no hay impuesto permanente a las energéticas, no habrá reforma fiscal”, han advertido desde Podemos, dejando claro que están dispuestos a tensar la cuerda, incluso si esto implica una ruptura con el PSOE. Esta estrategia tiene un doble objetivo: reactivar su imagen como fuerza política decisiva y, al mismo tiempo, recuperar terreno frente a Sumar, con quien compiten por el electorado progresista.
Un Gobierno ante un nuevo reto
El Ejecutivo de Pedro Sánchez se enfrenta de nuevo a una caminata por la cuerda floja en la que puede caer por los dos lados: ceder ante Podemos para salvar la reforma fiscal podría causar fricciones con socios nacionalistas como Junts o el PNV, mientras que optar por una solución más centrista podría suponer la pérdida del apoyo de la izquierda.
La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, intentó restar dramatismo a la situación, argumentando que el diálogo y la negociación son parte inherente de la política. Sin embargo, sus explicaciones han sido calificadas como insuficientes y poco convincentes.
El jueves, día clave para la legislatura
La votación del jueves se presenta como una prueba de fuego para la estabilidad del Gobierno. Sin un acuerdo sólido, la reforma fiscal podría fracasar, dejando al Ejecutivo en una posición muy complicada. Con un Congreso tan fragmentado y con líneas rojas cada vez más visibles entre los distintos grupos, el futuro del Gobierno de Pedro Sánchez se decide en parte en la votación.