Se llama Carlos, ronda la treintena y promete estar en huelga de hambre hasta que Pedro Sánchez se comprometa a parar "esta locura de la amnistía". Lleva más de 24 horas frente al atrio de los leones del Congreso y por ahora tiene buen aspecto. Esta huelga de hambre es su prioridad absoluta. Mientras pueda. Es joven, eso ayuda. También ayudan a pasar las horas las visitas que recibe de algunos curiosos que le preguntan qué tal lleva eso de no haber probado bocado desde que empezó.
"Empecé ayer a las diez de la mañana esta huelga de hambre indefinida y seguiré hasta que el cuerpo aguante o hasta que me echen de aquí" - dice con tranquilidad, mientras descansa de lanzar mensajes con su megáfono para atendernos unos minutos-. "Además -asegura- aquí estoy bien cuidado. Los policías del Congreso han venido a verme y me dejan estar aquí. Solo he tenido que dar mi DNI y me han dicho que están para lo que necesite".
Carlos cree en esta huelga de hambre porque "es lo menos que se puede hacer con lo que está pasando". Subido a un podio de cartón y mantas que se ha fabricado para que se le vea bien, nos despide asegurando que la Policía de ayer se empleó a fondo en los disturbios registrados cerca del Congreso, pero "porque son unos mandados. La Policía hace lo que les digan los de arriba. Y no quieren perder su trabajo". Con una sonrisa y un poco de hambre nos deja para seguir a los suyo con el megáfono: "Sánchez, que te vote Txapoteeeee".