POSIBLE RENUNCIA DE PEDRO SÁNCHEZ

Qué es una cuestión de confianza a la que Pedro Sánchez podría someterse: qué pasa si la pierde

Sandra Sánchez Merinero

Madrid |

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez/ Álex Cámara / Europa Press
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez | Álex Cámara / Europa Press

¿Conoces el canal deOnda Cero en WhatsApp?

Únete ahora

La teoría del gato del Schrödinger presenta grosso modo la paradoja de un minino que hipotéticamente puede estar vivo y muerto (para explicar el estado de superposición cuántica, como resultado de un evento aleatorio que puede ocurrir o no). Y este es básicamente el escenario en el que se encuentra ahora -y hasta el próximo lunes- la presidencia del Gobierno. Todo después de que Pedro Sánchez anunciase ayer, carta mediante, que se daba cinco días para pensar si renuncia o no a su cargo y que, por tanto, cancelaba toda su agenda de estos días (teniendo en cuenta que este viernes comienza la campaña de las elecciones catalanas y que el PSC es el favorito en todas las encuestas).

Es el enésimo giro de guion de la política española en los últimos años y, también, el enésimo que protagoniza Sánchez. El asunto no es baladí: es la respuesta del líder del PSOE, después de la polémica en torno a la reciente apertura de diligencias contra su mujer, Begoña Gómez, por la denuncia de Manos Limpias.

Sea como fuere, ahora -igual que en la teoría del gato de Schrödinger- todo puede pasar: el lunes 29 de abril, España se puede quedar sin presidente y, por ende, con un Gobierno en funciones. También puede ocurrir que todo siga igual y que estos días de "reflexión" queden en una mera anécdota. Sería también posible que el futuro político quedase a expensas del 29 de mayo, la fecha en la que se podrían convocar unas nuevas elecciones generales. O, quizás -porque si algo ha demostrado el líder del PSOE es la dificultad de acertar con él cuando se trata de hacer cábalas- podría suceder que Pedro Sánchez optase por someterse a una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados.

Qué pasa si hay una cuestión de confianza

Este último escenario también ha entrado en las quinielas y, por tanto, la pregunta no es casual: ¿Qué es una cuestión de confianza? ¿Qué pasa si no sale adelante? ¿Cuántos apoyos necesitaría, en este caso, Sánchez?

Se trata de un procedimiento que está recogido en los artículos 112 y 114 de la Constitución Española, que dice lo siguiente:

"El Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear ante el Congreso de los Diputados la cuestión de confianza sobre su programa o sobre una declaración de política general. La confianza se entenderá otorgada cuando vote a favor de la misma la mayoría simple de los Diputados".

Como vemos, mientras una moción de censura sale directamente de la oposición, en la cuestión de confianza es el propio presidente quien opta por someterse a ella. Es una forma de medir su fuerza en la Cámara baja y los apoyos con los que realmente cuenta ante hechos o sucesos, como en este caso el de la investigación a Begoña Gómez.

Cuántos apoyos necesita en la cuestión de confianza

Para que salga adelante o, dicho de otro modo, para que se entienda que el Congreso otorga su confianza al presidente, se necesita la mayoría simple de todos los diputados. Un resultado que, echando cuentas, y dado los socios de Gobierno de Sánchez no sería nada descabellado.

Pero… ¿Qué pasa si pierde? Aquí entraría el artículo 114 de la Constitución que reza lo siguiente:

"Si el Congreso niega su confianza al Gobierno, este presentará su dimisión al Rey, procediéndose a continuación a la designación de Presidente del Gobierno, según lo dispuesto en el artículo 99".

En cualquier caso, como decíamos, la cuestión de confianza es uno de tantos escenarios que hay ahora mismo sobre la mesa. Por hacer algo de memoria, el primero que la utilizó fue Adolfo Suárez en 1980 solo unos meses más tarde de haber sacado adelante una moción de censura. En abril de 1990, fue Felipe González quien optó por someterse a la confianza del Congreso para reafirmarse después de una investidura en la que no votaron todos los diputados.