Un empeño que materializó de la manera más arriesgada en la moción para crear una ponencia por la convivencia presentada hace una semana y retirada un día después tras las críticas vertidas desde su propio partido y desde el entorno de las víctimas de ETA. Arantza Quiroga (Irún, 1973) es joven para presidir un partido, y más para dejar de hacerlo, pero en absoluto inexperta, ya que ha recorrido 20 años de carrera política en las peores circunstancias posibles.
Pertenece a la generación del políticos del PP vasco que dieron un paso adelante en 1995 espoleados por el asesinato de Gregorio Ordóñez, el carismático presidente del PP de Gipuzkoa, el aldabonazo que la llevó a asumir cargos públicos cuando hacerlo en Euskadi significaba situarse en la primera línea de fuego de ETA y renunciar a la libertad. Quiroga asumió el reto a la vez que un grupo de jóvenes militantes que hoy están situados en los cargos de máxima responsabilidad del partido en Euskadi y que, hasta el momento, han estado de acuerdo con ella al detectar la necesidad de adoptar un nuevo papel político en una sociedad que aprende rápido a vivir sin ETA.
Otra cosa es que compartan la forma en que Quiroga ha pretendido situar al PP como llave del desbloqueo de la política vasca, con un texto que buscaba un posible acuerdo con todos los partidos, incluido EH Bildu, en el que no figuraba la condena expresa a ETA, aunque su objetivo más importante era la "deslegitimación definitiva del terrorismo". Las críticas, desde su propio partido y también desde algunas asociaciones de víctimas de ETA, fueron inmediatas y muy duras y la reacción de Quiroga fue la de recluirse en un prolongado silencio que ha desquiciado al PP vasco durante una larga semana.
Nada ha sido fácil en el mandato al frente del PP vasco de una Arantza Quiroga que ha ido planteando -y, hasta hoy, ganando- pulsos desde que fue designada por su antecesor, Antonio Basagoiti, como su sustituta, en mayo de 2013. El primero, muy sonoro, consistió en prescindir del anterior secretario general, Iñaki Oyarzabal, para sustituirlo por una persona de su confianza, Nerea Llanos, una decisión que le costó un agrio enfrentamiento con un PP alavés dirigido por el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso.
Este pulso lo ganó Quiroga en el congreso del 8 de marzo de 2014, cuya celebración para investirse de legitimidad significó un paso de riesgo para la hasta ahora presidenta. De hecho, el 14 Congreso Regional del PP vasco la eligió -era la única candidata- con el 72,8 % de los votos, el respaldo más bajo que cosecha un presidente popular en Euskadi en los últimos 20 años.
El propio congreso del Kursaal constituyó un trago amargo para la presidenta, quien contempló con una mezcla de emoción y estoica resignación un buen número de enfáticos gestos de desagravio dirigidos a Oyarzabal, por momentos convertido en auténtica estrella del congreso. Entre tanto ruido, el mensaje de Quiroga en el congreso pasó desapercibido: prometió impulsar un partido renovado, capaz de dialogar y pactar para tener influencia en la sociedad y actuar como garante de un "relato verdadero" tras el fin del terrorismo, un afán en el que ha dejado sus últimas fuerzas como presidenta del PP vasco.
Otro órdago lo lanzó Quiroga para imponer a la cabeza de lista del PP en San Sebastián, al colocar a Miren Albistur en sustitución de Ramón Gómez, al que apoyaba el presidente popular en Gipuzkoa, Borja Sémper. Licenciada en Derecho, Quiroga comenzó su carrera política con 19 años. Se afilió a las Nuevas Generaciones del PP y fue elegida concejal en su localidad natal en 1995, tras las elecciones municipales celebradas pocos meses después del asesinato de Ordóñez.
Tres años después, en las autonómicas de 1998, salió elegida parlamentaria vasca, cargo que ha mantenido durante las últimas cuatro legislaturas. En 2009, tras el cambio de Gobierno y la elección del primer lehendakari socialista, Patxi López, el presidente del PP de Euskadi, Antonio Basagoiti, se decantó por ella para presidir el Parlamento Vasco, merced al acuerdo alcanzado con el PSE-EE.
Su ascenso en el seno del partido fue paralelo a la asunción de responsabilidades públicas. Primero en la ejecutiva de Guipúzkoa y después en la dirección autonómica, donde fue primero vicesecretaria general, ocupó después una de las dos vicepresidencias y en mayo de 2013 fue designada presidenta por el acuerdo de los principales dirigentes del partido, tras la marcha de Basagoiti. Hija de un vallisoletano que llegó al País Vasco con 14 años y de una vasca que sabía y hablaba euskera, Arantza Quiroga ha logrado compatibilizar su intensa carrera política con la creación de una familia numerosa, ya que es madre de cinco hijos, todos ellos varones: Andrés, Pablo, Álvaro, Pedro y Jesús.