Ante los diputados y senadores reunidos en una sesión solemne del Congreso para conmemorar el 40 aniversario de las elecciones de 1977, don Felipe ha reivindicado el proyecto constitucional con el que los españoles acordaron caminar juntos hacia una afirmación de la "unidad nacional" que asume la "diversidad territorial" y reconoce "el autogobierno de sus nacionalidades y regiones".
En su intervención, Felipe VI ha destacado la vigencia del modelo de la Transición en el sentido de que "nadie en España debía volver a ser enemigo de nadie" y de que "la exclusión y la imposición, la intolerancia y la discordia debían ser sustituidas por la renuncia al dogmatismo y la defensa de las propias convicciones con pleno respeto al adversario y hacia las opiniones ajenas o diferentes".
Tras dedicar un mensaje de "gratitud, homenaje y admiración" a su padre, el Rey Juan Carlos, y a "toda aquella generación que abrió el camino de nuestra democracia", se ha remontado a los logros de la Constitución de 1812 para alertar contra la España de épocas posteriores, marcada por la falta de respeto a las convicciones ajenas y "la imposición de la propia verdad sobre la de los demás".