Tres años antes, en 1958, se había casado con María Teresa Rivero, con quien tendría trece hijos; un clan en el que las hijas estuvieron al margen de los negocios y los varones acabarían llevando las empresas del grupo. Miembro del Opus Dei, organización a la que hizo cuantiosas donaciones desde sus empresas ahora quebradas, Ruiz-Mateos pasó sus últimos años enfermo de Parkinson y con una avanzada demencia senil, sin su mujer a su lado y con apenas contacto con alguna de sus hijas.
Un escenario muy lejano de aquel 1961 cuando constituyó la sociedad Rumasa, que diez años después se conocería como el "holding de la abeja", o de 1982, cuando se convertía en el primer grupo español con más de 700 empresas, aunque sólo 250 estaban operativas. Entre ellas figuraban Galerías Preciados, Loewe, bancos como el Atlántico, Banco de Jerez y Banca Masavéu, la cadena hotelera Hotasa y algunos inmuebles singulares como las Torres de Colón (Madrid).
La expropiación de Rumasa en 1983 por el entonces gobierno socialista haría del ministro de Economía Miguel Boyer su enemigo, a quien llegó incluso a agredir en 1989 y espetarle la famosa frase "que te pego, leche". Tras la expropiación, en marzo de ese año trasladó su residencia a Londres y meses después sería reclamado por la Justicia española; desapareció en 1984 de la capital británica y un año más tarde fue detenido en el aeropuerto de Fráncfort, Alemania.
En 1990 puso en marcha un nuevo holding familiar bajo la denominación de Nueva Rumasa, un entramado de empresas que con el tiempo se descubrió estaba plagado de testaferros y estructuras opacas en paraísos fiscales para evitar otra expropiación. Absuelto por la Audiencia Nacional por el caso Rumasa en 1997 y condenado a tres años de prisión por el caso de la agencia de viajes Mundo Joven en 2005, logró el tercer grado a los pocos días de ingresar en la cárcel debido a su edad y delicado estado de salud.
La campaña mediática que orquestó, tras la expropiación le llevó a granjearse los votos suficientes para convertirse entre 1989 y 1994 en diputado del Parlamento Europeo. En plena crisis económica, Nueva Rumasa inició en febrero de 2009 varias emisiones de pagarés en empresas del Grupo en las que garantizaba intereses de hasta el 12 %: las emisiones se convirtieron en un sistema de financiación piramidal y las compañías se declararon insolventes en 2011.
En ese mismo año, la familia Ruiz-Mateos anunció la venta de la mayoría de las empresas de Nueva Rumasa (por el precio de un euro cada una de ellas) al grupo Back in Business, detrás del cual se encontraba Ángel de Cabo, condenado por el caso Viajes Marsans.
La familia se dividió tras la insolvencia de Nueva Rumasa, especialmente desde que la Justicia a partir de 2012 comenzó a embargar inmuebles e investigar dónde habían ido a parar los 300 millones de euros que más de 5.000 inversores destinaron a las empresas del grupo. La estrategia del patriarca ante la Justicia y el enroque de los hijos de que todo lo decidía el padre han convertido precisamente este caso en un auténtico galimatías.
Los procesos judiciales han salpicado a la mayor parte de la familia: a finales de 2014, dos hijos del patriarca, Pablo y Alfonso, fueron condenados a 6 meses de prisión y una multa de 700.281 euros por fraude contra la Hacienda Pública. Los dos hijos menores, Álvaro y Javier Ruiz Mateos, también están condenados por un delito contra Hacienda (un año y seis meses) y otro de alzamiento de bienes (un año y tres meses); además, deben abonar una multa de 1,8 millones de euros por el impago del IVA en la venta de un hotel, cuyo importe se desvió a una cuenta suiza.
El juzgado de lo Mercantil número 11 de Madrid condenaba en febrero a José María Ruiz-Mateos y a su hijo Francisco Javier a abonar 92 millones a los acreedores de la sociedad José María Ruiz-Mateos, principal emisor de los pagarés de Nueva Rumasa. El pasado 17 de junio el empresario jerezano volvió a entrar en prisión por tres delitos contra la Hacienda Pública, aunque fue trasladado al día siguiente a un hospital por su delicado estado de salud. Su muerte pone fin a una historia de auténtico enredo personal, familiar y mediático para el hombre que montó imperios... y quiebras.