Incrementar el gasto militar sin tocar el gasto social. "Ni un céntimo", asegura Sánchez. El presidente sabe que solo así puede salir de esta: prometiendo a los que podrían tumbar su gobierno que gastar en armas no supondrá mermar el gasto social. Que es posible incrementar nuestro arsenal pero viendo la guerra desde lejos. Y que por supuesto -mientras Europa pide a sus ciudadanos que guarden víveres en casa- ni hablar de la participación militar de España en operaciones de Defensa ante Rusia.
Podemos le recuerda que Putin no es el enemigo: es la vivienda
Pero su socio más precario no se traga estas palabras. Podemos le recuerda que no; que "el problema no es Putin sino la vivienda", decía Ione Belarra, anticipando que ella y sus moradas van a ser realmente su enemigo y augurando a Sánchez que acabe su vida política en una jubilación dorada "en algún puestazo internacional" mientras los españoles van a pagar esta factura".
Pero Sánchez estaba aún por enviar el otro mensaje, el que de verdad espera Europa. Y lo ha hecho: España va a gastar en Defensa. No hay duda. Aunque no ha querido dar los detalles antipáticos. Ni siquiera ha pronunciado la maldita cifra; esos 5.000 millones anuales -como mínimo- que tendremos que sacar vía Presupuestos cada año hasta 2030. El presidente se ha limitado a perfilar un horizonte de compromiso con el rearme europeo, con el "readyness" (preparación) que propone su hasta hace poco aliada y presidenta europea Ursula Von der Leyen.
El Plan de Sánchez es mancomunar el gasto militar: que pague toda Europa
Y para eso, Sánchez anunciaba un plan que agrupará Defensa y Seguridad, el binomio sustantivo que cree que le salva de ser un Señor de la Guerra, como le acusa Podemos. Un Plan del que de nuevo evita hablar de su coste pero sí especifica su naturaleza, para tranquilidad de sus socios: que se pague de manera conjunta con el resto de Europa; es decir, un plan "mancomunado" que le evite ser señalado como el presidente que gasta en armas. Por eso hablaba Sánchez de un "Plan de compras conjuntas y de consorcios industriales paneuropeos, aumentando la interoperabilidad de nuestros equipos". O sea... si gastamos, gastamos entre todos, no es cosa nuestra.
Porque la Seguridad es de todos -justifica Sánchez-. Y eso es un concepto que para el Gobierno debe superar al de Defensa. Engloba algo más que armas y bombas. Ofrece tecnología contra los ciberataques -que a juicio de Sánchez han costado este año 44.000 millones de euros- con la esperanza de que los que le tienen que sostener desde la izquierdas le perdonen tener que gastar dinero en balas, drones y defensas antiaéreas.
Finalmente, el presidente repartía este conflicto entre dos enemigos: el neoimperialismo ruso... hasta aquí todos de acuerdo... y el imperialismo americano y su "giro copernicano" de la administración Trump, el otro enemigo que Sánchez se adjudica para no quedar fuera de juego en su propio terreno de la izquierda. Y así se cuadra el círculo. En contra de unos y de otros para que nadie le reproche nada. Eso sí, nadie en la Cámara Baja ha oído un solo dato que le comprometa. Ni un plazo, ni una cifra de gasto, más allá del manido compromiso del 2% del PIB que España -y sobre todo sus socios- tienen asumido.
Porque Sánchez ha salvado el día, se diga lo que se diga. Y lo ha hecho con una frase dedicada a los españoles; sobre todo a los de su posible electorado: “Sé que los españoles quieren ayudar a Ucrania, pero también sé que no quieren contribuir a una carrera armamentística que conduzca a nuevos conflictos. No les haremos elegir porque no hay que elegir”. Lo dicho, armar y guardar la tropa.