Análisis sobre La Gran Paradoja

Sánchez: su debilidad es su fortaleza

La paradoja se define como un hecho contrario a la lógica. Y en política pasa lo mismo. La gran paradoja que vivimos explica en sí misma lo que está pasando en España: Sánchez no teme los Idus de Marzo, los que tanto amenazaron a Julio César. Porque sus socios le necesitan... más que él a sus socios.

Ignacio Jarillo

Madrid |

Pedro Sánchez en una foto de archivo
Pedro Sánchez en una foto de archivo | Europa Press
El DAFO del presidente

En este argumento genérico coinciden varias voces del entorno del Gobierno y de la oposición, cada uno con motivos opuestos, claro, pero coinciden: Sánchez sigue en el gobierno porque a todos sus socios les interesa. A todos, sin distinción. A los habituales como Sumar -en sus horas más bajas desde su fundación- que además son gobierno; a los pragmáticos eventuales como PNV, Coalición Canaria, Compromís o BNG; a los decisivos como Junts, Esquerra y Bildu o incluso a los que aparentan estar dispuestos a salir de su Sierra Maestra ibérica como Podemos. Ninguno irá más allá del aspaviento. Y eso lo saben en Moncloa.

Sánchez sabe que no harán nada irremediable contra él. Porque sin él en el gobierno, no son nadie. Porque nunca se han visto en otra, capaces de negociar lo suyo como nunca, de poner al límite de los principios políticos al líder del PSOE, sabedores de que siempre tendrán algún éxito como ocurre con Puigdemont, Junqueras, Otegui o Pradales.

Y desde dentro del PSOE -salvando el "eco hueco" del líder socialista manchego García Page- más de lo mismo. ¿Quién se atreve a afrontar otra gran paradoja: liderar una revolución para irse a la oposición? ¡Ja!. Por eso nadie puede negar que la estrategia de Pedro Sánchez ha funcionado. Siempre ha encontrado una oportunidad y un camino para que todo le favorezca. Su capacidad de resistencia es algo más que el título de un libro.

faltan dos años para 2027. Una eternidad llena de oportunidades para Sánchez

¿Y la oposición qué opina de esto? Pues aunque el tiempo corra en teoría a su favor, no encuentran antídoto para la Gran Paradoja. No por ahora. Porque para ellos es casi imposible luchar -decían bromeando otras voces del partido- contra un villano propio de serie fantástica de Netflix; uno que se hace más fuerte cuanto más se debilita. Solo cabe esperar -o rezar quien sea partidario- a que las encuestas sigan donde están y no pierdan fuelle en favor de ellos (PP y Vox tendrían mayoría absoluta cerca de los 190 diputados). Pero poco más. Y faltan dos años para 2027. Una eternidad llena de oportunidades para Sánchez. Y en Génova eso lo saben.

Porque nadie va a quitar un solo naipe del castillo que forman el presidente y sus socios desde hace años. Porque en el DAFO de Sánchez -ese que mide sus Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades de una empresa como la suya- se reproduce de nuevo la Gran Paradoja: No tiene un solo socio que le sostenga. Tiene tantos que ninguno quiere dejar de hacerlo. Son -en puridad- un club de mal avenidos con un solo objetivo: evitar elecciones anticipadas. Y en ese club caben todos. De izquierda radical, de izquierda moderada, nacionalistas, independentistas o de derecha radical también independentista. Todos o casi todos. Y la prueba del algodón son los Presupuestos.

Sánchez no quiere negociar los Presupuestos. Sus socios... tampoco.

Llegados a este punto, desde un lado y otro del río político, todos vuelven a coincidir: con los Presupuestos va a pasar lo mismo. Sánchez no quiere negociarlos con sus socios porque sabe que no habrá acuerdo al final. Que hacer nuevas concesiones a Junts será otra tortura que lo desgaste aún más en los sondeos, que hacerlo con Podemos supondrá ponerse en contra de Sumar y de la Vicepresidenta Yolanda Díaz, por no hablar del coste político con Bildu y el acelerón que pedirán para excarcelar etarras con delitos de sangre o la negativa de casi todos ellos al extra del gasto en Defensa que nos pide Europa... una pesadilla global que Sánchez quiere evitar. Y por eso -si puede elegir- prefiere la patada a seguir y que sea lo que él mismo quiera. Porque de nuevo volvemos a la Gran Paradoja:

Que sus socios protestan pero nada más. Aunque Sánchez les deje sin aquello para lo que sirve ser socio: poder negociar Presupuestos. Aunque les ningunee por completo. Lo admitirán. Porque saben que en el fondo es mejor para todos que el balón vuele hacia la grada con tal de que esté lejos de su área. Porque mientras la legalidad lo permita -que lo permite- hay vida política y legislatura sin Presupuestos para todos ellos. "Lo demás es la caverna que viene" -decían algunos diputados de Sumar hace bien poco; la llegada de la derecha tras unas elecciones anticipadas que ninguno de ellos quiere. Por eso, nadie se engaña. Es mejor Sánchez y su paradoja.