Así lo han asegurado a Efe fuentes de la lucha antiterrorista, que han precisado que, como otros tantos presos, Es Satty tuvo un seguimiento dado su perfil para comprobar si en él había algún indicio de radicalización.
Pero en ningún momento se llegó a observar síntoma alguno, por lo que, según las fuentes, no se le abrió ninguna investigación al respecto tras su salida de prisión ni las fuerzas de seguridad del Estado le hicieron ningún seguimiento, como tampoco lo hacen a los presos que quedan en libertad tras cumplir condena si no hay indicios que lo justifiquen.
Abdelbaki Es Satty fue condenado por sentencia firme en febrero de 2012 por el Juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta a cuatro años de prisión por un delito de tráfico de drogas que cometió el 1 de enero de 2010.
El imán de Ripoll, considerado el cabecilla de la célula que perpetró los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona), cumplió condena en la cárcel de Castellón, de la que salió el 5 de enero de 2012.
Ya en 2015, el titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Castellón revocó una orden de extradición de Es Satty por su "evidente arraigo laboral y esfuerzos para integrarse en España".
Las fuentes han precisado a Efe que ni la Policía Nacional ni la Guardia Civil recibieron en ningún momento comunicación alguna de la posible radicalización del imán.
De hecho, han insistido en que estos dos cuerpos no tienen constancia de haber recibido ninguna pregunta de las autoridades belgas sobre Es Satty.
El alcalde del municipio belga de Vilvoorde, Hans Bonte, aseguró ayer que comunicó a las fuerzas de seguridad españolas sus sospechas sobre el imán, aunque no mencionó a qué cuerpo policial lo hicieron.