Este lunes el Ministerio de Defensa ha anunciado que, ahora, ha pedido a la Audiencia Nacional que abra un proceso de cooperación judicial con Turquía para verificar la existencia de este resto y tratar de identificarlo. Junto a los 62 militares españoles, en el accidente fallecieron 12 tripulantes ucranianos y un bielorruso.
El Departamento que dirige María Dolores de Cospedal, que asegura que en sus archivos no hay constancia documental alguna de este hecho, está informando ahora de este hecho a las familias de las víctimas del accidente.
Esta nueva información se ha conocido porque un familiar preguntó a Defensa si podía garantizar que no quedaba ningún resto de los fallecidos en suelo turco. Entonces, Defensa planteó la consulta al Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía.
Su respuesta, recibida en la Embajada española en Ankara, fue que una extremidad inferior, cuya identificación no pudo determinarse en su momento, fue enterrada el 24 de julio de 2003 en el cementerio de Macka, en la provincia de Trebisonda (noreste) donde tuvo lugar en accidente.
Por eso, ahora Defensa ha recurrido a la Audiencia Nacional para tratar de verificar si el resto enterrado en 2003 puede ser localizado a día de hoy, para adoptar en su caso las medidas oportunas de identificación.
También a instancias del mismo familiar, el Gobierno español ha obtenido confirmación de las autoridades turcas de que tanto las muestras orgánicas de las víctimas como las de los familiares utilizadas para su identificación fueron destruidas, tal y como determina la legislación de aquel país.
Defensa ha anunciado este hallazgo dos días después del 15 aniversario del accidente. En enero de 2017 María Dolores de Cospedal pidió perdón a los familiares de las víctimas "en nombre del Estado por no haber reconocido su responsabilidad".
Lo hizo tras un informe del Consejo de Estado que hablaba de "responsabilidad patrimonial" del Estado y apuntaba que el Ministerio de Defensa de entonces (dirigido por Federico Trillo-Figueroa) no hizo lo necesario para garantizar la seguridad de las tropas.
La Asociación de Familias de Víctimas del Yak-42 se disolvió en 2017 pero el que fuera su último presidente, Miguel Ángel Sencianes, ha lamentado que en 2018 no se haya hecho un homenaje oficial.