Para garantizar un correcto mantenimiento de tu lavadora, su limpieza es esencial para darle una larga vida útil. Si tu lavadora está sucia, será más difícil que realice su principal función, y esa falta de limpieza interna podrá trasladarse a tus prendas. Además, podrían aparecer problemas que afecten a piezas clave del aparato, lo que podría derivar en costosas reparaciones o en la necesidad de comprar un nuevo electrodoméstico.
La constante exposición a la suciedad y a los productos de limpieza que sufren las lavadoras puede provocar obstrucciones y acumulaciones de residuos. Además, las aguas de baja calidad, como las que contienen mucha cal, pueden comprometer su buen funcionamiento con el paso del tiempo.
Malos olores en la lavadora: causas y soluciones
Al estar en contacto con agua constantemente, pueden surgir problemas de humedad, de moho y acumulaciones de bacterias y gérmenes muy poco saludables. De hecho, un síntoma claro de un mal mantenimiento es el mal olor en la ropa, aunque este mal olor también puede producirse si tardamos mucho en tender la ropa una vez terminado el ciclo de lavado.
¿Cada cuánto hay que limpiar la lavadora?
En general, se recomienda limpiar tu lavadora en profundidad al menos cuatro veces al año.
¿Cómo se limpia el tambor de la lavadora?
El tambor es uno de los principales elementos de la lavadora que requieren limpieza, ya que en él se desarrollan los ciclos de lavado. Normalmente, basta con programar un ciclo largo de lavado a alta temperatura, a unos 90 grados y sin ropa, utilizando desincrustante, vinagre y ácido cítrico, sin utilizar detergente, ya que de lo que se trata es de eliminar posibles residuos provocados por jabones y suavizantes.
Una duda frecuente es si se puede usar lejía para limpiar la lavadora. Aunque es un producto perfectamente apto para este electrodoméstico, puede decolorar tu ropa de color en sucesivos lavados. Una forma de evitarlo es aclarar tras este ciclo de lavado para eliminar cualquier resto de este producto.
¿Cómo limpiar la lavadora por dentro?
Un truco infalible y muy recomendado consiste en limpiar la lavadora con bicarbonato y vinagre. El vinagre ayudará a eliminar la cal y demás residuos y, al mismo tiempo, desinfectarás el interior de la lavadora. Basta con añadir en el cajetín del detergente el contenido de un vaso pequeño de bicarbonato y otro de vinagre. A continuación, programa un lavado y dejarás el interior de tu electrodoméstico reluciente.
¿Cómo se quitan las manchas negras de la goma de la lavadora?
En las gomas de la lavadora se suele acumular mucha suciedad, ya que sirven para evitar que el agua se filtre en los lavados. Es frecuente que los residuos y restos de detergente se acumulen en este área y se incrusten en sus recovecos. Como a la humedad le cuesta salir de estos rincones, no es raro encontrar moho en ellas.
Para limpiar la goma, deberás manipularla para desplegarla sin sacarla de su sitio, y pasar un paño húmedo con vinagre o limpia máquinas, quitando todos los restos que encuentres. El último paso consiste en secarla con un paño limpio. Si, además, quieres garantizar una limpieza duradera, recuerda secar la goma y dejar la puerta de la lavadora abierta tras cada lavado para que tanto la goma como el tambor se sequen por dentro rápidamente.
Cómo limpiar el filtro de la lavadora
En el filtro se acumulan residuos, pelusas, todo aquello que olvidamos sacar de los bolsillos de tus pantalones y chaquetas. Esto provoca que, con el tiempo, éste se sature y termine devolviendo la suciedad al tambor o provocando un fallo en tu lavadora.
Es importante desenchufar o desconectar la lavadora antes de limpiar el filtro. Además, puedes colocar un barreño junto a la zona de extracción de filtro para que recoja el agua que caiga al sacarlo. Al extraer el filtro, simplemente límpialo con agua, un estropajo o un cepillo viejo para las zonas más inaccesibles, y sécalo antes de volver a colocarlo en su sitio.
Cómo limpiar el cajetín del detergente de la lavadora
Por último, no debemos olvidar limpiar el cajetín del detergente. Normalmente, puede extraerse por completo, y su limpieza es muy sencilla: basta con utilizar un paño con agua para eliminar residuos, aclararlo bien, recurrir si es necesario a un cepillo pequeño o a agua a presión, secarlo bien y volver a colocarlo en su lugar.
