El cambio climático está acelerando el deshielo en Groenlandia de forma alarmante y solo en 2019 se fundieron 560 gigatoneladas de hielo, lo que equivale a 224 millones de piscinas olímpicas.
Así lo evidencia un estudio de la Universidad de Barcelona (UB) en el que los investigadores ponen de relieve que los periodos de fusión extrema (en los que grandes áreas de nieve y de hielo se funden rápidamente) han sido aproximadamente el doble de frecuentes durante los veranos de las últimas décadas en comparación con el período 1950-1990.
El trabajo, publicado en la revista 'Journal of Climate' de la 'American Meteorological Society', muestra que en la última década se han alcanzado los máximos de años de fusión extrema en Groenlandia, ha informado la UB.
La investigación del grupo 'Antarctica, Arctic and Alpine' (ANTALP) del Departamento de Geografía de la UB la han liderado los profesores e investigadores de la Facultad de Geografía e Historia Josep Bonsoms y Marc Oliva, el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) Juan Ignacio López-Moreno, y Xavier Fettweis, de la Universidad de Lieja (Bélgica).
La investigación
Tras analizar los episodios de fusión en Groenlandia entre los años 1950 y 2022, los investigadores han observado que el 40% de estos episodios han sido extremos en las últimas décadas. Según apuntan los autores del estudio, el deshielo está teniendo lugar en áreas más elevadas del casquete de hielo, donde anteriormente no se observaba fusión de hielo entre 1950 y 1990.
Esta situación ha creado grietas y otros cambios estructurales en la capa de hielo, por lo que el riesgo de desprendimientos de grandes bloques de hielo hacia el océano es mayor.
Deshielo en Groenlandia
El deshielo de Groenlandia tiene consecuencias globales, ya que se trata de uno de los grandes contribuidores al aumento del nivel del mar y afecta también a los patrones de circulación atmosférica.
Según los investigadores, estas alteraciones también pueden influir en el clima de Europa. "Estos cambios en los patrones de temperatura y de precipitación podrían impactar en las actividades socioeconómicas, los ecosistemas y pueden contribuir a aumentar los extremos climáticos en regiones cercanas del Atlántico Norte", destacan.