En la localidad húngara de Bicske, 300 refugiados continúan en el tren que ayer fue detenido por la policía cuando iba dirigido, supuestamente, a Austria.
Se encuentran en huelga de hambre y sed y aseguran que no van a aceptar ningún alimento, llegando a rechazar los comestibles que les ofrecían los agentes. Únicamente han permitido que los niños pequeños que permanecen en el tren reciban comida.
Por su parte, la policía no permite el acceso al interior del convoy ni a la prensa internacional ni a la asistencia sanitaria de las ONG.
Los refugiados en huelga de hambre aseguran que si no se resuelve la situación en las próximas horas, se irán suicidando uno a uno.