Lauren Cohen, de 38 años, había asistido en varias ocasiones al hospital debido al dolor abdominal, problemas para respirar o estreñimiento. Sin embargo, los médicos achacaron los síntomas al embarazo. Cinco semanas antes de traer a su hija Ruby sufrió unos dolores mucho más fuertes por los que tuvo que volver a consulta donde las pruebas desembocaron en la mala noticia.
Cuatro días más tarde de conocer la tragedia, tuvieron que sacar por cesárea a la pequeña de la tripa de su madre. Y solo con diez semanas cumplidas, el bebé perdió a su madre que no pudo superar la enfermedad. El marido Dave señaló que "después de su muerte yo solo quería culpar a alguien, pero los doctores hicieron todo lo que pudieron".