Madrid |
La conductora, llamada Holly, no se percató de nada hasta que un intenso olor a quemado empezó a salir de su coche mientras conducía. No veía humo pero se detuvo para comprobar qué ocurría. Al levantar el capó descubrió un botín de nueces y ramas bajo la batería, junto al radiador, en el ventilador. Las nueces se estaban tostando y la madera desprendía el fuerte olor a quemado.
Holly y su marido, Chris, tardaron más de una hora en vaciar el peculiar almacén y llevaron después el coche al taller donde siguieron eliminando nueces. En total llenaron medio contenedor de basura.
El matrimonio había dejado el coche aparcado en la calle y sin usarlo durante un mes, tiempo en que las ardillas encontraron en él una despensa perfecta.