Los refugiados y los sucesivos éxitos electorales del partido derechista centraron el debate general celebrado en el Bundestag (Cámara Baja) con motivo de los presupuestos de 2017, donde Merkel advirtió de que AfD supone un "desafío" para todas los partidos tradicionales, a los que instó a "medir" el lenguaje, evitar una escalada en los discursos y no entrar en el juego de los populistas.
Buscar "pequeñas ventajas" partidistas sólo favorecerá a quienes ganan votos con "eslóganes y respuestas aparentemente fáciles" a los problemas del país, alertó Merkel con un mensaje dirigido, más que a la oposición, a las fuerzas de la gran coalición y a sus socios conservadores de Baviera, que reclaman desde hace meses poner un límite a la entrada de refugiados.
En las elecciones regionales celebradas el pasado domingo en el estado de Mecklemburgo-Antepomerania AfD superó a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y se situó como segunda fuerza política en ese "Land", pero la canciller recordó que todos los partidos pierden apoyos y que, además, esa fuerza ha conseguido movilizar a los abstencionistas. Merkel subrayó la necesidad de "autocrítica", pero para ofrecer mejores soluciones en el futuro a los ciudadanos.
"La situación es hoy mucho mejor que hace un año, aunque, por supuesto, queda mucho por hacer", manifestó después de recordar la reducción en el número de llegadas de refugiados tras recibir a más de 1,1 millones en 2015, los avances en la protección de las fronteras exteriores de la UE, el endurecimiento de la ley de asilo y las nuevas normas para mejorar la integración.
A su juicio, hay que tener en cuenta las preocupaciones de la gente, estén o no justificadas, pero también "defender los hechos" y responder a una pregunta clave: qué país quiere ser Alemania en el siglo XXI. A un año de las elecciones generales, Merkel apostó por los valores de "libertad, seguridad, justicia y solidaridad" y, frente a los temores de la población, aseguró que "Alemania continuará siendo Alemania", con sus principios de generosidad, la democracia, el Estado de derecho y la economía social de mercado.
Después de los dos ataques yihadistas registrados en julio, cometidos por un menor refugiado afgano en un tren de cercanías en Würzburg y por un solicitante de asilo sirio que murió al detonar una mochila con explosivos en Ansbach, la canciller hizo hincapié en que "el terrorismo no es un nuevo problema que ha llegado ahora con los refugiados".
No obstante, reconoció que no todos los solicitantes de asilo llegan a Alemania "con buenas intenciones" y garantizó que se tomarán "medidas adicionales para fortalecer la seguridad pública", con refuerzos personales y materiales en los distintos cuerpos policiales, y para expulsar del país a quien no tenga derecho a permanecer en él.
Entre las medidas centrales de su gestión en este último año defendió el controvertido pacto entre la Unión Europea (UE) y Turquía y lo calificó de "modelo" para futuros acuerdos similares con países como Egipto, Túnez y Libia cuando sea políticamente posible. Sus únicas críticas tuvieron como diana a los socios comunitarios, ante la imposibilidad de establecer un sistema justo de reparto de solicitantes de asilo entre los distintos países: "Sí, es verdad, la solidaridad en Europa deja que desear".