Así lo pone de manifiesto en su carta semanal, en la que asegura que el informe del Gran Jurado en el que se destapa el escándalo es "brutalmente gráfico y profundamente inquietante". "Las únicas respuestas aceptables son la pena y el apoyo a las víctimas, y los esfuerzos integrales para garantizar que tales cosas nunca vuelvan a ocurrir", añade.
Chanut reconoce que la ira surgida tras el informe es una "respuesta justa y necesaria", pero pide que dé buenos frutos, esté guiada por un pensamiento claro y la prudencia y el deseo de una justifica real.
Igualmente, asegura que se ha trabajado duro tras los escándalos desvelados en 2005 y 2011 en Filadelfia. "Siete años después, somos muy conscientes del mal que han sufrido las víctimas de abuso sexual. Comprendemos nuestra obligación, y estamos sinceramente comprometidos, para ayudar a los supervivientes a curarse. Hemos trabajado arduamente para garantizar la seguridad de los niños y las familias en entornos relacionados con la Iglesia", agrega.
En este sentido, destaca la importancia de la orientación y el consejo de laicos, incluidos antiguos funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y profesionales que ayudan a los supervivientes de abusos, que considera "especialmente valiosos".
Así, admite que la reconstrucción de la confianza sólo se logrará haciendo lo correcto a lo largo del tiempo y recalca que los aproximadamente 100.000 laicos y clérigos que han trabajado en este sentido en los últimos tiempos son parte de ese esfuerzo.
El arzobispo de Pensilvania recuerda las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, que ha calificado los hechos de "catástrofe moral" y recoge su declaración a continuación de la misiva semanal.