Los ojos del mundo se fijan en Israel en su lucha contra el COVID-19. Empezaron la vacunación el pasado 19 de diciembre y desde entonces se han administrado más de tres millones y medio de dosis lo que supone un 30 por ciento de la población del país que asciende a nueve millones de personas, a un ritmo de 200.000 vacunas por día.
Datos esperanzadores
Ya se ha vacunado al 80% de la población de más de 60 años y el resultado es realmente esperanzador ya que los contagios se han reducido un 60% en esa franja de edad contando solo la primera dosis (entre 13 y 23 días). Ahora se va a priorizar la vacunación de jóvenes entre 16 y 18 años para que puedan llevarse acabo los exámenes de fin de secundaria.
Y otro dato para el optimismo, su Ministerio de Sanidad ha afirmado que la vacuna Pfizer es efectiva contra la cepa británica.
Vacunaciones masivas
Varias claves explican ese ritmo tan alto de vacunación. El país ha habilitado 400 centros para recibir las dosis. La compra de las vacunas se hace de forma centralizada pero la distribución se ha descentralizado para garantizar que lleguen a todos los rincones del país. Un sistema sanitario universal facilita el proceso mediante gestiones electrónicas.
Intercambio de información con las farmacéuticas
Otro factor es el acuerdo al que Israel ha llegado con las farmacéuticas. A través de él querían garantizar una opción de compra preferencial, pero ¿Qué han pedido las farmacéuticas a cambio? Que Israel les facilite todos los datos de los resultados de esas vacunaciones para poder comprobar cuál es la efectividad de las vacunas y cuándo se podría lograr la inmunidad de grupo.
Hay que mencionar el factor económico ya que un de los dirigentes del Ejecutivo israelí confesó en una entrevista que estaban pagando cada dosis a un precio de 24 euros, es decir, el doble de lo que ofrece ahora mismo la Unión Europea.
Confinamiento y cierre del aeropuerto de Tel Aviv
Además, el Gobierno decretó el pasado 26 de diciembre un confinamiento que se extenderá hasta el 31 de enero. Se ha optado por cerrar el aeropuerto de Tel Aviv para evitar a llegada de nuevas cepas del coronavirus como la de Gran Bretaña, Brasil o Sudáfrica.