Los traficantes cobraban entre 250 y 300 euros a cada refugiado para llevarlos desde Serbia, a través de Hungría, hasta suelo austríaco, informó en rueda de prensa la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner.
Se estima que la banda logró con esta práctica ingresos de medio millón de euros, aunque en los registros efectuados sólo se han localizado 50.000.
Además, la Policía se ha incautado de seis vehículos que se usaban para transportar a los refugiados.
Grupos en entre diez y quince personas eran llevados en furgonetas precedidas por otros vehículos, cuya misión era asegurar que no había controles policiales.
La banda tenía pisos alquilados en Viena para que los conductores pudieran descansar entre trayectos.