Todo empezó cuando un hombre llamado Alan McElligott, por cierto, experto en comportamiento animal, fue a tirar ropa vieja en un contenedor de donaciones. Alan estaba depositando las prendas que había llevado cuando empezó a escuchar los maullidos de un gato que venían de dentro del contenedor. Intentó rescatar de alguna forma al animal, pero no hubo manera; así que, llamó a la policía.
Llegaron los agentes, escucharon los maullidos, pensaron incluso que se trataba de dos gatos y que por la cantidad de ropa que había en el contenedor llevarían allí días y estarían muertos de hambre. Así que llamaron a los bomberos y mientras tanto, Alan fue a comprar comida para los animales.
Cuando volvió, los bomberos ya habían llegado. Forzaron la puerta del contenedor y una gran cantidad de bolsas y de prendas sueltas fueron cayendo al suelo, pero ni rastro del gato o los gatos aunque los maullidos se seguían escuchando. Rebuscaron desesperados, apartando la ropa lo más rápido posible y… apareció la causa de los maullidos… era un gato sí, pero de pilas que se había activado al tirar Alan, su ropa.
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