El primer ministro británico, David Cameron, obtuvo tras dos días de intensas negociaciones un acuerdo con sus socios comunitarios que confiere al Reino Unido un "estatus especial" dentro de la UE y allana el camino a la campaña a favor de la permanencia del país en el club de los Veintiocho.
El jefe del Ejecutivo británico no se privó de adoptar un tono triunfalista al término del encuentro y reconocer abiertamente que ha negociado este acuerdo pensando en el interés de su país, al que se permitirá participar en las cuestiones comunitarias que le interesen y quedar fuera de otras como el euro, los rescates financieros o un hipotético Ejército comunitario en el futuro.
"Creo que esto es suficiente para recomendar que el Reino Unido siga en la Unión Europea", sostuvo Cameron, quien destacó que sus homólogos comunitarios hayan aceptado realizar "reformas concretas" en las cuatro cuestiones en las que Londres reclamaba cambios como son la gobernanza económica, la competitividad, la soberanía y los beneficios sociales y libre circulación.
Incidió en concreto en la importancia de haber logrado la protección "vital" que necesitaba para la economía británica puesto que podrá seguir decidiendo y beneficiándose del mercado único sin formar parte de la moneda única. Entre las concesiones que se lleva el Reino Unido de sus socios comunitarios la más llamativa es que se le permitirá distinguir entre nacionales británicos y trabajadores procedentes de otros Estados miembros a la hora de conceder prestaciones sociales.
Los países del Este criticaron duramente esta reclamación británica al considerar que compromete la libre circulación y que podría perjudicar a sus ciudadanos puesto que muchos emigraron al Reino Unido tras la ampliación de 2004. Dada la situación de "emergencia" y los abusos del sistema de beneficios sociales que Londres asegura que sufre, la UE acepta no obstante que el país aplique durante siete años un freno excepcional, de manera que los empleados comunitarios tendrán que trabajar durante cuatro años hasta llegar gradualmente a recibir las mismas prestaciones que los británicos.
También se consiente a Londres adaptar las ayudas por hijo que ofrece a los trabajadores comunitarios al nivel de vida del país en el que residan los menores, aunque sin efecto retroactivo y con un periodo de transición hasta 2020 para aplicar la adaptación para aquellos que ya estén percibiendo estos beneficios.
Cameron aseguró que no ve discriminación alguna en estas medidas y defendió la necesidad de proteger el sistema británico. Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, consideró que el acuerdo es "responsable", y recordó que tiene carácter "legalmente vinculante e irreversible". Reconoció, no obstante, que los socios comunitarios han accedido a "sacrificar" parte de sus intereses por mantener al Reino Unido en la UE.
Suspender la libre circulación de trabajadores, aunque sea con carácter excepcional y limitado, preocupa en la UE porque podría tener un efecto dominó en otros Estados miembros en un momento especialmente crítico en el proceso de integración europea. La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro belga, Charles Michel, ya adelantaron que sus países también podrían recurrir a este mecanismo de restricciones si fuera necesario porque no es de uso exclusivo británico.
El acuerdo establece, por otro lado, principios para garantizar el respeto mutuo entre los Estados miembros que quieren avanzar en la profundización de la Unión Económica y Monetaria y los que no, como el Reino Unido, para lo que habrá un "mecanismo" mediante el que un país que no participa en el euro puede indicar su oposición razonada a una medida legislativa y elevarlo al Consejo
Esta medida en ningún caso puede servir para vetar las decisiones de la eurozona y el proceso tiene que producirse de manera urgente para no influir en los mercados. En este sentido, el presidente de Francia, François Hollande, celebró que Cameron haya aceptado que el centro financiero de la City londinense sea supervisado por "las mismas reglas" que otras plazas financieras. Otra de las cuestiones farragosas que finalmente se saldó de forma satisfactoria para Londres fue la interpretación del principio recogido en los tratados sobre el avance hacia una "Unión cada vez más estrecha".
La UE reconoce de forma unánime que esta referencia no obliga al Reino Unido a aceptar una mayor integración política que no desea. En cuanto a la posibilidad de introducir cambios en los tratados para recoger algunos de los elementos del acuerdo, Londres también suma un tanto, puesto que ha conseguido dejar la puerta abierta a esta posibilidad. Cameron se reunirá este sábado con su gabinete en Londres para informar del acuerdo con la UE y previsiblemente revelará la fecha en la que se celebrará el referendo de permanencia en la UE, que se espera que sea el 23 de junio.