Carolina del Norte se prepara para la inminente llegada del huracán Florence
La llegada del huracán Florence a las costas de Carolina del Norte y del Sur resulta inminente, por lo que miles de comunidades ultiman "con urgencia" los preparativos para protegerse de las devastadoras consecuencias que proyectan las autoridades.
En Wilmington, ciudad de la costa sur de Carolina del Norte que recibirá este viernes el primer impacto de la tormenta, muchos vecinos se agolpan aún en las salidas de la localidad para dirigirse a otros lugares del interior, donde los efectos serán mucho menores.
Puertas y ventanas cubiertas con planchas de madera o, incluso, materiales más resistentes como el metal, sacos de arena para paliar las inundaciones y calles vacías casi por completo hacen que este enclave vacacional se haya convertido, en apenas un par de días, en una ciudad fantasma.
A principios de esta semana, la Guardia Costera ordenó la evacuación "obligatoria" de varios puntos de la costa en los estados de Carolina del Norte, del Sur y Virginia, lo que afectó a cerca de un millón y medio de personas, pero en muchos casos la orden no se ha cumplido.
La Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, en inglés) insistió hoy, en una conferencia de prensa, en que el mayor peligro del huracán Florence será "la tremenda cantidad de agua" que descargará a su paso por Carolina del Norte, del Sur y Virginia.
Pese a que el ciclón ha perdido fuerza y actualmente, con vientos máximos sostenidos de 175 kilómetros por hora es de categoría 2, de un máximo de 5, las autoridades estiman que las lluvias torrenciales provocarán que el agua se acumule entre 2 y 3,5 metros en las zonas de mayor impacto.
Así mismo, el área de influencia de Florence se ha ampliado al aumentar su tamaño y los expertos advierten de que sigue siendo un sistema muy bien organizado que mantiene su potencial destructor por el peligro de marejadas ciclónicas, inundaciones e intensas precipitaciones a su paso.
Por ello, la población se apresura a acumular provisiones de agua y alimentos básicos en sus casas, al tiempo que busca la forma de mantener la electricidad activa, puesto que están previstos cortes severos del suministro durante varios días.
Esta situación es especialmente dramática para las personas de escasos recursos y los desamparados, para quienes los refugios habituales han sobrepasado su capacidad debido a la gran afluencia.
Organizaciones sin ánimo de lucro como The Salvation Army siguen hasta el último minuto organizando colectas de alimentos y otros productos de primera necesidad para proveer a los centros de acogida de víveres suficientes.
"Esto es una lección de vida, es una situación complicada pero hay que ayudar a la gente", dijo a la emisora Spectrum News el cofundador de Adapt Kitchen Juice Bar, Chris Curry, que aportó suministros para apoyar esta iniciativa.
Además, en varios institutos del área urbana de Charlotte, la capital norcarolina, se han creado refugios públicos para quienes no dispongan de un lugar en el que estar seguros durante la tormenta y en los que dispondrán de comida y material sanitario.
El representante nacional de Cruz Roja en Estados Unidos, Charley English, aseguró que si la gente acude a dichos centros "estarán seguros", aunque eso sí, agradecen que cada persona traiga consigo "su propio cepillo de dientes, su almohada y otros elementos para su comodidad".
El huracán Florence, la primera gran tormenta que sufre la región en los últimos 60 años, ha trastocado la vida de la población y obligado a la suspensión de todo tipo de actividades, como los tradicionales partidos de fútbol americano escolares de los viernes.
Sin embargo, no todo el mundo ha decidido huir y abandonar sus hogares, ya que algunas personas, bajo su responsabilidad, permanecerán en la zona costera mientras pasa el huracán.
"Hemos sobrevivido a otras tormentas de gran tamaño, no es algo novedoso para mí, si algo ocurre entremos en modo superviviente", declaró a CNN George Sturm, un vecino de la localidad de Oak Island.
Este hombre pasará el huracán junto a su hermana, su cuñado y su sobrino seguro de que "al final", no tendrá que lamentar ninguna tragedia y podrá mantener su vida tal y como era, cuando Florence cese la lluvia y vuelva la calma.