El crecimiento chino lleva décadas asustando a occidente. China no es ni pretende ser una democracia, es un sistema autoritario que aún se llama a sí mismo comunista -aunque sea tan capitalista como el que más-. Pero el verdadero problema no es ideológico, es geoestratégico.
China amenaza la primacía del occidente que hasta Trump lideraba EEUU. De hecho Washington había intentado con Biden alinear por todos los medios a sus aliados para confrontar y contener al gigante asiático, hoy por hoy el único que hace sombra a su hegemonía en el momento unipolar que surgió tras el final de la guerra fría. El objetivo era retardar la llegada del mundo multipolar. Pero hemos entrado inevitablemente en una era de competencia estratégica en la que China le pisa los talones a EEUU.
Así que… ¿es China un socio un competidor, un rival sistémico, o un enemigo? La respuesta segura a esta pregunta es… las cuatro cosas a la vez. Simplemente, cada cual hace más énfasis en uno u otra definición según el momento político concreto en el que nos encontremos.
China asusta a la OTAN
Para la OTAN en la Cumbre de Madrid del 2002, estaba más cerca de ser un enemigo que un socio. La Alianza Atlántica actualizó en la capital de España su "concepto estratégico", un documento que establece su estrategia militar y de seguridad para los próximos 10 años y en el que se detallan las amenazas que enfrentan las democracias occidentales. En él por influencia directa de EEUU, los aliados decidieron ser muy agresivos con China y calificarla de "desafío sistémico para la seguridad euroatlántica". Se precisaba en el texto que las políticas de Pekín desafían los intereses, la seguridad y los valores de la organización. "Las operaciones híbridas y cibernéticas maliciosas de la República Popular China y su retórica de confrontación y desinformación tienen como objetivo a los aliados y dañan la seguridad de la alianza", se escribió en ese documento, aún en vigor. De hecho, casi se hablaba tanto de China como de Rusia que acababa de invadir Ucrania. Y fue un cambio drástico porque en el anterior concepto estratégico, el del 2020, la OTAN ni siquiera mencionaba a China.
Por entonces China expresó su grave preocupación y dijo que estaba lleno de mentalidad de Guerra Fría y de sesgo ideológico.
EEUU consiguió en ese momento que la Organización del Tratado del Atlántico Norte girara su cabeza hacia el Pacífico. Y desde entonces Washington está intentado asociar a sus aliados de esas aguas -Japón Corea del Sur Australia y Nueva Zelanda- con la OTAN.
¿Y la UE?
Un año antes de esa Cumbre de la OTAN, el 12 marzo de 2019, en la UE se aprobó una comunicación llamada 'Una perspectiva estratégica' calificando a China a la vez de socio cooperador y negociador, competidor económico y rival sistémico. Por entonces la UE conservaba todas las opciones en sus relaciones con Pekín aunque era consciente del desequilibrio creciente de su balanza comercial.
Al comienzo de su mandato como alto representante de la Unión, Josep Borrell, advertía: "Europa ha sido demasiado ingenua en sus relaciones con China". Poco después, durante la 22a Cumbre bilateral entre ambas potencias, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, alertaba también de que «no compartimos los mismos valores, sistemas políticos o enfoque del multilateralismo".
Todo se aceleró tras la inesperada pandemia mundial de la Covid-19 cuando nos dimos cuenta de que habíamos entregado la producción de elementos estratégicos al gigante asiático y en esos momentos en los que su transporte en condiciones normales se había hecho imposible, carecíamos de medios para reemplazarlos. La globalización tenía demasiados puntos débiles. Estábamos en manos de potencias comercialmente más eficaces que nosotros, pero sobre todo con intereses potencialmente divergentes. Esto último se confirmó algo más tarde, con la invasión rusa de Ucrania y el posicionamiento de Pekín junto a Rusia. Las voces que llamaban a un endurecimiento de la posición europea se harían más fuertes y en los discursos de los líderes europeos se traba a China con la dureza de un enemigo comercial sistémico.
Curiosamente China siempre se ha referido ala UE como su socio. Sin más. Típico de las tradiciones confucianas que prefieren eludir la confrontación directa.
Von der Leyen tiende la mano
Hoy sin embargo las cosas parecen haber cambiado con la guerra comercial de Trump, y parece que cobra todo su sentido la frase acuñada por Lord Palmerston "Las naciones no tienen amigos ni enemigos permanentes, solo intereses permanentes", porque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen ha mantenido este martes una conversación telefónica con el primer ministro chino Li Qiang y ha pedido "colaboración" a Pekín para "defender un comercio libre y justo" frente a los pasos dados por la Casa Blanca.
Todo esto coincidiendo con el viaje de Pedro Sánchez a China que, en ocasiones anteriores, había recibido críticas en los pasillos comunitarios por su acercamiento a Pekín rompiendo la agresividad que la UE mantuvo durante la era Biden. Esta es la tercera visita del presidente español a China en sólo res años.
De hecho, el Gobierno de China ha asegurado este martes que España está "a la vanguardia" de las relaciones del gigante asiático con los países europeos y ha ensalzado que ambas naciones "siempre han mantenido un espíritu de respeto mutuo".
China superpotencia
China es la civilización más antigua del mundo, con una historia de más de 3,500 años que inventó la pólvora, la brújula, el papel y la impresión sin nuestra ayuda. Siempre fue un imperio, en muchas ocasiones más desarrollado poderoso y culto que cualquier imperio europeo… Pero vivía hacia adentro mientras el viejo continente se expandía a los confines del planeta. Llegando incluso a humillar a China como hizo el imperio británico con las guerras del opio. Fue el 'Siglo de la Humillación' es el nombre que se le da al período de la historia de China que va desde 1839 hasta 1949. Durante este tiempo, China fue víctima de la explotación económica, política y territorial por parte de Europa, Japón y Estados Unidos.
Tras un despertar comunista que fue una tragedia colosal, hoy el gigante asiático ha salido por fin de sus fronteras para invadirnos, es cierto, pero lo hace sin ejército. Es una invasión comercial, y quizás también política de forma subrepticia. Sus líderes no son demócratas, pero precisamente por eso y por su tradición cultural, piensan en términos de cincuenta años mientras los políticos occidentales apenas consiguen concebir estrategias de a 3 o 4 años vista, pendientes siempre de las siguientes elecciones. China tiene la paciencia y el tiempo de su parte.
[[H3:Entonces… ¿China es un socio, competidor, rival sistémico… o enemigo?]]
La UE no lo sabe todavía. Todo depende. Pero hoy necesita a China para resistir a Trump. Y los enemigos de mis amigos…