La periodista canadiense, Naomi Klein, escribió en 2007 'La doctrina del shock', un libro en el que refleja la importancia de la psicología social para hacer reformas impopulares. "Te meto el miedo al apocalipsis y con ese miedo en la mano tomamos medidas contrarias a tus valores", explica Juan Soto Ivars en Por Fin de Onda Cero, citando el espíritu de esta obra.
La medida planteada por Bruselas en el borrador del plan "Estrategia de Preparación de la Unión" puede ajustarse a la tesis de Naomi Klein en La doctrina del shock, ya que ilustra cómo los gobiernos pueden aprovechar situaciones de crisis para implementar medidas que, en otros contextos, podrían generar resistencia social.
"Tenemos que estar ojo avizor con Rusia, pero más ojo avizor con los nuestros", añade Soto Ivars que considera entiende esto desde una perspectiva "racional", pero que los líderes consideran que la población no. Y más tras una pandemia en la que se comprobó como la gran parte de la ciudadanía fue obediente. Y pone un ejemplo. En Canadá se valora implantar el servicio militar obligatorio como ha hecho otros países.
Según Klein, las élites políticas y económicas utilizan momentos de conmoción como guerras, desastres naturales o crisis económicas, para impulsar cambios estructurales que favorecen su agenda, a menudo en detrimento de los derechos ciudadanos. En este caso, la narrativa del miedo y la incertidumbre generada por los riesgos globales (pandemias, ciberataques, crisis climática) sirve como justificación para promover medidas de control y disciplina social, como la exigencia de reservas obligatorias en los hogares. Una medida disfrazada de precaución, pero que a su vez, siembra una semilla de temor en los ciudadanos que, desde luego, no perciben como algo natural el tener un kit de supervivencia en sus hogares.
Si bien la preparación ante una crisis es una estrategia lógica, también puede usarse para normalizar un estado de emergencia constante, donde los ciudadanos aceptan sin cuestionar restricciones y nuevas políticas bajo la premisa de seguridad. Esto encaja con la idea de Klein de que el miedo y la confusión postcrisis pueden ser explotados para reconfigurar la relación entre el Estado y la población, desplazando responsabilidades hacia los individuos en lugar de exigir respuestas estructurales más profundas.
