Amnistía Internacional (AI) denunció este martes que la recuperación del poder por parte de los talibanes en Afganistán hace dos años ha sumido en "un oscuro capítulo" a las mujeres afganas, cuya vida se ha deteriorado exponencialmente como consecuencia de un "vendaval de restricciones draconianas" que las "silencian y someten".
Lo hizo a través de una comunicación emitida con motivo del segundo aniversario de la entrada en Kabul de los talibanes, lo que les permitió tomar el control del país.
Amnistía Internacional expuso que "la educación ha sido transformada en un espejismo inalcanzable bajo el régimen talibán", puesto que "las aulas, que alguna vez resonaron, ahora están cerradas a las niñas y jóvenes mujeres"; mientras que "la participación pública, un camino hacia la igualdad, ha sido brutalmente limitada", como lo atestigua que "el espacio político y laboral se ha estrechado y las oportunidades, que alguna vez prometieron un cambio social significativo, se han evaporado". Al mismo tiempo, "la libertad de movimiento, un símbolo de independencia y autonomía, también ha sido severamente restringida".
Prohibición de estudiar y trabajar o código de vestimenta: las restricciones a las mujeres
Ante esta situación, Amnistía Internacional desarrolló un decálogo con las prohibiciones que las mujeres afganas sufren. En él se recoge que "la educación ha sido vetada", recordándose que poco después de la asunción del poder los talibanes pospusieron "indefinidamente" el derecho de las niñas mayores de 12 años a ir a la escuela. A ello se añadió la interdicción a las mujeres de acceder a la enseñanza superior.
Luego de imponer una "estricta segregación por sexos, dividiendo a mujeres y hombres", el Ministerio de Educación afgano elaboró un decreto a finales de 2022 que "expulsó por completo a las mujeres de los espacios de aprendizaje".
A su vez, "el escenario laboral para las mujeres en Afganistán ha sufrido una transformación radical", ya que "la prohibición de empleo fuera del hogar ha dañado gravemente las economías familiares".
AI recordó que "sólo un número limitado de doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en ciertos hospitales de Kabul para atender a mujeres y niñas, y siempre y cuando no puedan ser reemplazadas por hombres", a lo que se añade que "tienen prohibido interactuar con sus colegas varones".
En las zonas rurales hay "muy pocas médicas", según resaltó Amnistía Internacional-, dado que "están sujetas a las mismas restricciones de movimiento que sus pacientes.
La organización señaló que el código de vestimenta de las mujeres "ha sido sometido a una normativa extrema", como lo acredita que "deben estar cubiertas desde la cabeza hasta los pies". Las que desafíen este precepto o no estén acompañadas por su 'mahram' (un pariente cercano) se enfrentan a "azotes, palizas y abusos verbales".
Este rigorismo se aplica en cuestiones relacionadas con los detalles más íntimos de la indumentaria femenina, como el uso de zapatos de tacón, cuya prohibición se justifica por el hecho de que su sonido "sería escuchado por los hombres", o el veto a los pantalones acampanados, incluso si éstos quedan ocultos bajo el burka.
Por su parte, una orden emitida por los talibanes ha provocado el cierre de miles de salones de belleza en Afganistán, unas instalaciones que "no sólo eran una fuente esencial de ingresos para las economías familiares, sino que también desempeñaban un papel fundamental como espacios seguros de encuentro y unión para las mujeres".
Amnistía Internacional indicó que las mujeres afganas no pueden salir de sus hogares sin ir acompañadas por un 'mahram', un hombre de parentesco cercano, como padre, hermano o marido. Esta restricción se extiende incluso al acto de desplazarse, ya sea en autobús o en taxi.
Del mismo modo, las mujeres han sido apartadas de las competiciones y de los centros deportivos, lo que "no sólo perjudica su salud y su bienestar, sino que cercena su potencial para sociabilizar, crecer y desarrollarse".
Los talibanes han llevado la segregación de género hasta el transporte público, "marcando un límite inequívoco entre los mundos de hombres y mujeres".
Matrimonios "precoces y forzados"
Amnistía Internacional alertó de que "el número de matrimonios precoces y forzados en el país ha aumentado enormemente debido a la grave crisis económica y humanitaria y a la falta de perspectivas educativas y profesionales para las mujeres y las niñas".
De hecho, se están dando caso de familias que, ante la situación de desesperación que viven, "obligan a las mujeres y niñas a casarse con talibanes"; mientras que éstos "obligan a las mujeres y niñas a casarse con un talibán".
Lo anterior "tiene un grave impacto en la salud y la vida de las niñas y mujeres, quienes ven mermada su autonomía y su poder de decisión con respecto a su cuerpo y su futuro, teniendo graves consecuencias para toda su vida".
Esto tiene un grave impacto en la salud y la vida de las niñas y mujeres, quienes ven mermada su autonomía y su poder de decisión con respecto a su cuerpo y su futuro, teniendo graves consecuencias para toda su vida.
El ensañamiento de los talibanes con las mujeres lleva a que éstas no puedan asomarse a los balcones o ventanas de sus domicilios para no ser vistas, a opacar las ventanas y a prohibir que sean fotografiadas y filmadas, y a que estas imágenes se impriman en revistas y libros.
Libertad de expresión
Amnistía Internacional manifestó que la opresión de los talibanes ha generado "un movimiento de resistencia valiente y pacífico, liderado por mujeres y niñas en todo Afganistán"; no obstante, "esta lucha por derechos básicos como la libertad de expresión, de asociación y de reunión no está exenta de sufrimiento y adversidades".
Por último, la organización subrayó que "las protestas pacíficas se han convertido en un terreno peligroso para estas valientes mujeres que han sido víctimas de palizas y descargas eléctricas con pistolas paralizantes". A pesar de ello, las mujeres y niñas afganas "continúan haciendo frente a los riesgos y luchando por la defensa de los derechos humanos".