Después de varios años en los que la tensión entre Rusia y Ucrania iba en aumento, el pasado 24 de febrero, Vladímir Putin decidió ordenar la entrada de las tropas rusas en suelo ucraniano. En la era de los ciberataques, comenzó sin embargo una guerra tradicional, que recuerda a las Guerras Mundiales vividas en suelo europeo.
Las imágenes que circulan desde entonces por redes sociales atacan lo más profundo del corazón humano: millones de personas saliendo de sus hogares y huyendo de un país bombardeado, ciudades destruidas, bombardeos indiscriminados contra objetivos civiles y tropas rusas haciéndose con el control de varias centrales nucleares del país.
Las sanciones a Rusia fueron inmediatas y han ido aumentando a medida que han pasado los días. Las últimas, dirigidas a las importaciones de gas y petróleo ruso, del que Europa es muy dependiente, al contrario que otros países como Estados Unidos.
¿Qué hay detrás de todo esto? La intención de Ucrania de formar parte de la Unión Europea y de la OTAN y de la negativa de Putin a permitirlo. Esta es la razón por la cual la OTAN no ha intervenido militarmente en el conflicto -Ucrania no está dentro de la Alianza Atlántica-, aunque sí ha enviado armamento al país para combatir a las tropas rusas.