El Pentágono ha conocido el inicio de los ataques rusos en Siria de una forma poco ortodoxa y que no suele ser la habitual. Esta mañana, un general ruso ha entrado en la Embajada norteamericana en Bagdad y ha dicho al consejero militar de Washington que en una hora los aviones de Moscú iban a comenzar su campaña contra los terroristas. Además, les ha informado de que era mejor que los aparatos estadounidenses, que durante casi un año bombardean posiciones del Estado Islámico, no sobrevolaran el cielo sirio.
El Departamento de Defensa ha comentado que, a pesar de la advertencia rusa, los aviones norteamericanos seguirán realizando sus misiones en Siria. Hace unos minutos, en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde preside una reunión sobre la situación en Oriente Medio, el ministro de Asuntos Exteriores ruso se ha referido a estas operaciones de su país.
El ataque se ha realizado en la ciudad de Homs, un lugar donde el Estado Islámico no tiene muchos efectivos, lo que levanta dudas a la Administración estadounidense sobre el verdadero objetivo de Vladimir Putin, que parece que no es tanto atacar al Estado Islámico, sino a los rebeldes sirios, algunos apoyados por EEUU, que pelean contra el dictador Bashar al Asad.