Madrid |
Esta historia empieza cuando la propietaria del perro compra una caja con 50 patitos de goma amarillos como decoración para una piscina, que dejó en su jardín. Empezó a notar que algo iba mal cuando el intrépido bulldog de dos años y de nombre Davel, vomitó frente a ella una especie de masa de plástico amarillo que resultó ser uno de esos patitos de plástico. Después vomitó otros cinco a medio comer.
Al revisar la caja que había guardado, descubrió que de los 50 iniciales, sólo quedaban 12. La veterinaria encontró los 32 restantes en el estómago del perro, al que hubo que operar para extraerlos. Durante la operación de urgencia a la que fue sometido, encontraron además dos piezas de caucho verde cuyo origen aún anda buscando la propietaria de Davel.
El animal, cuenta su dueña, normalmente no come cualquier cosa, por lo que es extraña la ingesta de los 38 patitos de goma. Algo de ellos debió llamar su atención. Ella está convencida de que hubiera dado cuenta también de los 12 juguetes restantes si no hubiera empezado a sentirse enfermo.