François Fillon (Le Mans, 1954) aspira este domingo a culminar una carrera política en la que ha ejercido todo tipo de cargos, desde concejal a primer ministro. Su gran oportunidad parecía llegarle en el momento justo, pero una cadena de escándalos por los empleos concedidos a su familia le ha dejado tambaleándose cuando ya todos le daban por favorito.
Fillon se curtió durante la década de los ochenta en cargos locales y regionales antes de dar el salto al Gobierno central, al que se incorporó en 1993 como ministro de Educación Superior. Para entonces ya era uno más en la vida política parisina, donde disfrutó de sucesivas reelecciones como diputado y senador.
En mayo de 2007, y con Nicolas Sarkozy como presidente de Francia, Fillon obtuvo el cargo de primer ministro, dando inicio a unos años de poder que se rompieron en 2012, urnas mediante. Sarkozy perdió las elecciones en favor del socialista François Hollande y comenzó la refundación de un centro-derecha que necesitaba de un nuevo referente.
Fillon intentó proseguir su ascenso y hacerse en 2012 con el liderazgo de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), pero la guerra fratricida que libró con Jean-François Copé le dejó sin victoria y casi sin partido. La UMP quedó rota y no logró remontar hasta 2014, cuando un renacido Sarkozy lideró la refundación del partido ahora conocido como Los Republicanos.
El reformado partido se marcó como su siguiente gran objetivo la vuelta al Elíseo y en 2016 formó parte de las primarias del centro-derecha, 'a priori' una batalla entre Sarkozy y el ex primer ministro Alain Juppé. Fillon dio la sorpresa venciendo en primera y segunda vuelta y se convirtió automáticamente en favorito a la Presidencia de Francia, por delante de la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen.
Comienza el escándalo
Fillon comenzó 2017 sabedor de que los sondeos le daban como el virtual presidente de Francia, sin rivales a izquierda ni derecha del espectro político. Sin embargo, el 25 de enero saltó el escándalo: la revista satírica 'Le Canard Enchaîné' destapó que su esposa, Penelope, había cobrado cientos de miles de euros por una labor de asistente parlamentaria que supuestamente nunca había ejercido.
Semana tras semana, Fillon se fue hundiendo al mismo ritmo que se iban revelando detalles relativos a los contratos que él mismo concedió a su mujer, así como a los hijos de la pareja. El ex primer ministro se defendió atacando, negando cualquier irregularidad -la contratación de familiares es legal en Francia- y proclamándose víctima de un "asesinato político".
Fillon ha llegado a acusar al presidente, François Hollande, de orquestar una batería de filtraciones para perjudicar su carrera electoral. En las encuestas, el otrora favorito ya no sólo no figuraba como primer candidato en intención de voto, sino que había caído hasta la tercera plaza y, por extensión, corría el riesgo de quedarse fuera de la segunda vuelta prevista para el 7 de mayo.
En el seno de Los Republicanos, el malestar era más que evidente e incluso algunos legisladores pidieron un 'plan B' al que Fillon siempre se negó. Con los avales ya presentados y como dueño último de su candidatura, el ex primer ministro libró un pulso y sonsacó a principios de marzo un respaldo supuestamente unánime de sus compañeros para seguir hasta el final.
Para entonces, importaba relativamente poco a nivel interno lo que todos daban ya por seguro que ocurriría unos pocos días después. El 14 de marzo la Justicia imputó formalmente a Fillon por varios delitos, entre ellos desvío de fondos públicos, por el escándalo de los supuestos empleos ficticios.
Programa
Fillon comenzó su campaña vendiéndose como la alternativa sensata al quinquenio de Hollande y, aunque se ha visto obligado a golpe de titulares a moldear su discurso y redirigir sus ataques a candidatos con los que no contaba, ha defendido en todo momento un mensaje liberal en términos económicos y conservador en lo social.
El candidato de Los Republicanos plantea sin ambages el final de la jornada laboral de 35 horas y un recorte de 500.000 empleos entre el funcionariado, gracias a la ampliación de jornada y a la no reposición de quienes se jubilen. Propone elevar la edad de jubilación de los 62 a los 65 años.
[[DEST:Ha prometido no derogar la ley que permite el matrimonio homosexual pero sí ha reclamado límites para la adopción de niños por parte de parejas gays]]
Fillon quiere, además, recortar en 100.000 millones de euros el gasto público durante los próximos cinco años y alcanzar el déficit cero en 2022 -el dato de 2017 ronda el 3,7 por ciento--. En cuanto a impuestos, combina una bajada en materia de renta y sociedades con una subida del IVA de dos puntos porcentuales.
Para reforzar la seguridad de Francia, actualmente en estado de emergencia, el ex primer ministro plantea la contratación de 10.000 policías y gendarmes adicionales y la creación de 16.000 plazas nuevas en las cárceles, así como la retirada de la ciudadanía y el veto de entrada para quienes se unan a grupos terroristas.
En materia migratoria, Fillon ha abogado por un refuerzo de las fronteras europeas y una cuota anual de inmigrantes, mientras que a nivel social y familiar ha prometido no derogar la ley que permite el matrimonio homosexual pero sí ha reclamado límites para la adopción de niños por parte de parejas gays.
Las opciones de Fillon
Fillon llega tocado pero no hundido a su cita con las urnas. Si bien no goza de la misma popularidad que hace apenas unos meses, tiene a su favor la marca de un partido que ya ha gobernado -aunque con otro nombre- y un escenario en el que sigue habiendo un gran número de indecisos y posiblemente 'voto oculto'.
Las encuestas sitúan el 'no sabe, no contesta' por encima del 30 por ciento, lo que podría dejar sin apenas validez los estudios que se han ido conociendo durante estas últimas semanas, especialmente si es Fillon quien más votos pesca de este nivel sin precedentes de indecisos.
La hipótesis más favorable para él sería la de quedar primero o segundo en esta votación inicial y que su rival el 7 de mayo no sea Emmanuel Macron, exministro de Economía y líder del movimiento de reciente creación En Marche!. Un sondeo divulgado esta semana por 'Le Monde' muestra que el candidato de Los Republicanos sólo podría vencer a Le Pen -56 frente a 44 por ciento-, mientras que perdería ante Macron -36 frente a 64 por ciento-.