El fiscal acusó al subdirector de los servicios secretos del reino, Ahmad Asiry, de organizar la operación, que tenía como objetivo "devolver" a Khashoggi a Arabia Saudí, y aseguró que la orden del asesinato partió del jefe de la delegación enviada a Turquía, cuyo nombre no citó.
Al Moyeb dijo, en una rueda de prensa, que el príncipe se enteró del caso a través de los "informes falsos" que le presentaron los agentes responsables de la operación y "por los medios de comunicación".
La operación fue organizada con informaciones facilitadas por un "exconsultor", que acusó a Khashoggi de mantener "relaciones con organizaciones extranjeras enemigas del reino", añadió el fiscal.
La Fiscalía presentó cargos contra once sospechosos de participar en la operación y pidió la pena capital para cinco de ellos, que confesaron haber participado en el asesinato.
El fiscal general ratificó la teoría que ya expresó hace unas semanas, al explicar que se produjo una "pelea" entre los agentes y Khashoggi en el consulado, y entonces, los sospechosos le sujetaron y le inyectaron una "dosis grande de un somnífero", lo que produjo su muerte.
"Después de asesinarlo, el cuerpo fue cortado en trozos por los asesinos y llevado fuera del consulado", dijo el fiscal general.
Uno de los cómplices entregó el cuerpo del periodista a un "colaborador turco", que se deshizo de los restos posteriormente.
El fiscal aseguró que se ha realizado un retrato robot de ese colaborador, según las descripciones de la persona que le entregó el cuerpo, y ha entregado esas informaciones a las autoridades turcas.
Según el fiscal, Arabia Saudí ha solicitado más informaciones a las autoridades turcas para proseguir las investigaciones.
Entre otros detalles, Arabia Saudí ha solicitado que Ankara le entregue el teléfono móvil de Khashoggi, las grabaciones de audio realizadas dentro del consulado y las de vídeo tomadas en los alrededores del edificio, así como los testimonios de testigos recogidos por la Policía turca.