Era enero y la gata estaba embarazada, por lo que al volver los dueños a la casa después de haber salido del hospital y pasada la cuarentena, se encontraron a Lilly en perfecto estado de salud, con unos kilos menos y con cuatro pequeños gatitos trasteando por la casa.
Los únicos damnificados de la familia son los peces, que han servido de alimento para la gata y sus hijos, que no pudieron con la tortuga, gracias a su fuerte caparazón.
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