Amed Mohsen, de 43 años sufrió hace 20 una queratoconjuntivitis cicatrizante, una enfermedad inflamatoria crónica de la superficie ocular, lo que le provocó que su agudeza visual fuera de apenas percepción de la luz en ambos ojos.
Según ha explicado él mismo, "dependía siempre de mi bastón y de alguien que me ayudara, por lo que nunca podía ir solo por la calle y era totalmente dependiente".
Para salir de esta situación decidió buscar una respuesta fuera de su país, donde ya había sido intervenido sin éxito y no le habían dado ninguna expectativa de que pudiera recuperar visión.
El Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, un centro muy especializado, le ofreció una alternativa y garantías para someterse a un trasplante de córnea, ya que la enfermedad había provocado que esta estructura perdiese su transparencia, impidiendo el paso de la luz y de las imágenes al interior del ojo.
Según ha informado Óscar Gris, especialista del Departamento de Córnea, Catarata y Cirugía Refractiva del IMO, el paciente saudí tenía la superficie ocular completamente destruida y para que el trasplante funcionase era imprescindible hacer un tratamiento escalonado que constó de tres fases.
"El primer paso fue desinflamar el ojo e inactivar la enfermedad, mediante corticoides tópicos y un tratamiento inmunosupresor sistémico, en coordinación con el equipo de medicina interna y enfermedades infecciosas del Instituto", ha relatado el oftalmólogo.
La segunda etapa fue realizar un trasplante de limbo, procedente de un donante en el caso de Ahmed, ya que los dos ojos estaban afectados y, por tanto, no era posible obtener tejido sano del propio paciente.
Óscar Gris ha aclarado que "el limbo es un fino anillo que rodea la córnea y que contiene las células madre, fundamentales para la viabilidad del injerto corneal".
Tres meses después, una vez regenerada la superficie ocular, se llevó a cabo la tercera y última fase del proceso, mediante un trasplante total de córnea (queratoplastia penetrante) que, junto a una operación de catarata practicada en la misma intervención, permitió a Ahmed alcanzar hasta un 50 % de visión.
"Para él fue un gran cambio: volvió a ver y recuperó autonomía para regresar a la vida cotidiana en su país, donde se le recomendó seguir con el tratamiento prescrito y con controles periódicos para mantener el buen resultado obtenido tras el éxito de la operación en IMO", ha concluido el oftalmólogo.