Se cumple un año del magnicidio que conmocionó a todo Japón: el 8 de julio de 2022, el exprimer ministro Shinzo Abe fue asesinado a balazos en un mitin celebrado por el Partido Liberal Democrático en la ciudad de Nara. El
presunto asesino, un hombre de 42 años, empleó un arma casera para atentar contra el político nipón, que hoy es homenajeado por cientos de japoneses en el tempo budista de Zojoji, en Tokio. Una gran multitud de ciudadanos, así como el actual Primer Ministro
Fumio Kishida y otras grandes personalidades del país asiático, han acudido a las inmediaciones del templo, que en su interior ha albergado un acto privado en conmemoración al líder japonés.
Un político influyente en Japón
Shinzo Abe fue una figura determinante en la política japonesa de las últimas décadas, pues el líder conservador encabezó el gobierno entre los años 2012 y 2020, siendo el primer ministro más duradero del país asiático. Sin embargo,
su figura también despertó ciertas antipatías, debido a una serie de escándalos políticos y medidas controvertidas, así como por los supuestos enlaces entre su formación, el Partido Liberal Conservador, y la Iglesia de la Unificación, procedente
de Corea. Este grupo, también conocido como "Secta Moon", fue fundado por el comerciante de armas coreano Sung Myung Moon, y se estima que entre una y dos millones de personas forman parte de este grupo.
La iglesia de la liberación
El deseo de venganza hacia este grupo religioso sería el motor del magnicidio, tal y como ha declarado Tetsuya Yamagami, el presunto autor del delito, que aún se encuentra a espera de juicio. Yamagami, de 42 años,
declaró que este grupo religioso, considerado una secta por varios expertos, arrastró a su familia hasta la bancarrota. El asesinato sería una venganza personal contra Abe, al que acusa de haber beneficiar, con sus políticas, a la Iglesia de la Unificación. Kishida,
actual primer ministro, tuvo que realizar una purga interna para sacar de su formación a todos los miembros relacionados con la confesión religiosa, como reacción ante la bajada de popularidad de la formación en el gobierno.
Este acto de homenaje es el tercero que se celebra en honor a Abe, tras el rito religioso celebrado en este mismo templo hace un año y el Funeral de Estado, que costó aproximadamente 1.200 millones de yenes (7,7 millones de euros), y que no estuvo exento
de polémica en Japón. Además de realizarse este acto en Tokio, muchos ciudadanos nipones han acudido hoy a la estación de ferrocarriles de Nara donde sucedió el incidente, a modo de homenaje extraoficial.
Abe “era un político que siempre miraba hacia el futuro, con una visión muy amplia de la historia y de la nación. Dejó muchos logros políticos, y también tareas pendientes que es nuestra responsabilidad asumir”, ha declarado el político Yoshihide Suga,
quien sucedió a Abe como primer ministro y precedió al actual líder del Ejecutivo, en declaraciones a la cadena estatal NHK.