La legislación se aprobó con el apoyo de 130 diputados del partido gubernamental Fidesz, mientras que 52 legisladores se opusieron y uno se abstuvo.
Los diputados opositores trataron de impedir la votación ocupando el asiento del presidente de la Cámara, László Kövér, y haciendo sonar pitos y sirenas durante la votación.
La ley, calificada por la oposición como "ley de la esclavitud", prevé el aumento de las posibles horas extras laborales anuales de 250 a 400, lo que podría significar en algunos casos que los empleados trabajen seis días por semana.
Además, la legislación permite a los empleadores pagarlas hasta 36 meses después de trabajadas.
Aunque las horas extras siguen siendo voluntarias, los opositores a la norma advierten de que los empleados corren el riesgo de ser despedidos si se niegan a trabajarlas.
El Gobierno defiende que esta ley permite que aquellas personas que quieran trabajar y ganar más puedan hacerlo, eliminando las barreras burocráticas.
Hungría sufre, como otros países de la región, de falta de mano de obra.
El pasado sábado, unas 10.000 personas protestaron contra la ley en el centro de Budapest.
Según una reciente encuesta, el 83 % de los húngaros rechazan la legislación.
Varios partidos de la oposición han convocado para hoy una manifestación contra esta ley.